Política

Morena Frente al Espejo: La Hora de Vomitar a los Piratas.

Ellos mismos son el cáncer y la cura.

Por: La Palabra Política.
CDMX, 14 de julio del 2025.

Morena, la apisonadora electoral, el partido hegemónico que reconfiguró el mapa político de México, vive una resaca de poder. Tras la borrachera de la victoria absoluta, la casa construida por Andrés Manuel López Obrador empieza a oler mal, y desde adentro, las voces fundadoras advierten que es hora de una desintoxicación profunda, de vomitar el estiércol que está apestando el proyecto.

Miguel Ángel Yunez y Alejandro Murat, los piratas del sistema político mexicano.

Seamos claros: para conseguir el poder casi total, la estrategia fue abrir las puertas del arca. Políticamente, fue una jugada maestra. Se pactó con expanistas, expriistas, exverdes y un zoológico de personajes que en su vida habían sudado la camiseta de la “Cuarta Transformación”. Morena subió a su barco a piratas y roedores del poder, expertos en navegar en cualquier sexenio con tal de mantener su cuota. El objetivo era ganar, y se ganó. Pero el costo de esa victoria se está pagando ahora, y la factura es social y moral.

Los fieles, los que caminaron bajo el sol, los que creyeron en un movimiento distinto, hoy miran con desconfianza. ¿Cómo creer en un discurso anticorrupción cuando arropan, respaldan y protegen a figuras que representan exactamente lo que juraron combatir? El gen obradorista, esa mística de austeridad y lucha social, no se encuentra en el ADN de quienes ayer eran adversarios y hoy son flamantes funcionarios de la 4T.

Andrés Manuel López Obrador, el creador, el artífice, el fundador de MORENA.

La realidad ya dio los primeros avisos. Las derrotas electorales, como la sufrida en Durango hace un tiempo, no fueron casualidad. Fueron un mensaje directo del electorado: no somos tontos. Incluso en victorias como la de Veracruz, las fracturas internas y las candidaturas polémicas dejaron un sabor amargo, evidenciando que el triunfo se consiguió a pesar de los candidatos, no gracias a ellos. El discurso de culpar al pasado ya no hipnotiza cuando tienes al pasado sentado en tu propia mesa.

Y es aquí donde el conflicto se vuelve una olla de presión. Los creadores del movimiento, los que sí tienen la mística tatuada en la piel —gobernadores, diputados, alcaldes que fundaron y dieron forma a Morena— han alzado la voz. Están siendo los primeros detractores de esta invasión de “chapulines” políticos. Ven, con una mezcla de rabia y frustración, cómo los puestos clave, las decisiones importantes, son entregadas a los recién llegados, mientras ellos, los arquitectos del proyecto, son relegados a un segundo plano.

El ultimátum está sobre la mesa, y es brutalmente simple: o se renuevan, o mueren. O Morena inicia una purga interna y regresa a sus bases, o se convertirá en una versión actualizada y con otros colores del PRI hegemónico que tanto criticó. El verdadero reto para el partido no es la oposición externa, que luce desarticulada, sino su propia identidad.

Ellos mismos son el cáncer y la cura. El cáncer es el pragmatismo cínico, el “todo vale” por el poder que ha infectado sus filas con oportunistas. La cura está en sus manos: tener el valor de mirarse al espejo, reconocer a los intrusos, y reafirmar que su lucha es genuina, empezando por limpiar su propia casa. La pregunta es si tendrán el coraje para usar el bisturí o si dejarán que la infección se apodere de todo el cuerpo.

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