Con dirección. Con un liderazgo que no necesita de espectáculos, sino de resultados.
Por: La Palabra Política.
Miguel Hidalgo, CDMX, 4 de agosto del 2025.
En un rincón de la Ciudad de México donde conviven la historia y la modernidad, el desarrollo y la urgencia social, gobierna un hombre que no lo tuvo fácil, que no fue bendecido con la comodidad del oficialismo ni con el favor de los grandes presupuestos. Mauricio Tabe Echartea, Alcalde de Miguel Hidalgo, ha hecho de su administración una suerte de resistencia civilizada. Un ejercicio de oposición que no se desgasta en la crítica vacía, sino que se alimenta del trabajo diario, de las decisiones concretas, de los proyectos palpables que buscan mejorar, aunque sea centímetro a centímetro, la vida de quienes habitan y transitan su alcaldía.

Tabe no es un improvisado. Camina con la piel endurecida por años de brega política y con el corazón todavía firme en sus convicciones. Sabe lo que significa nadar contra corriente. Sabe, sobre todo, lo que cuesta cada paso cuando el camino está minado por una estructura política que no siempre distingue entre adversario y enemigo. Y sin embargo, ahí está. Gobernando. Resistiendo. Construyendo.

No se ha escudado en excusas. No ha usado el pasado como cortina de humo ni ha hecho de la queja un discurso. Reconoce con claridad que la falta de recursos limita, retrasa, obstaculiza. Pero no lo detiene. Porque, como él mismo lo ha dejado entrever una y otra vez, gobernar no es llorar por lo que no se tiene, sino hacer valer lo poco que hay para que se note en lo mucho que falta.

Programas como “Blindar Miguel Hidalgo”, su insignia en materia de seguridad, no son sólo iniciativas de papel. Son acciones concretas en una ciudad que exige respuestas y no promesas. Son patrullajes visibles, presencia disuasiva, un mensaje claro: en la Miguel Hidalgo hay gobierno. Hay autoridad. Hay orden.

Pero no todo es fuerza y vigilancia. También ha puesto a las mujeres al frente con el programa “Primero las Mujeres en la MH”, entendiendo que una ciudad más segura y más justa comienza por quienes más han sufrido la violencia y la indiferencia. Ha extendido sus manos a través de la Ola de Servicios MH, acercando soluciones a colonias, calles y vecinos, como si el gobierno tocara la puerta, mirara a los ojos y dijera: “Estoy aquí para ayudarte”.

Su estilo no es estridente, no busca los reflectores con escándalos ni con discursos incendiarios. Pero sí ha aprendido a levantar la voz cuando es necesario. Porque ser oposición no es callar, pero tampoco es gritar por gritar. Es, en todo caso, hablar con firmeza, con argumentos, con el respaldo de los hechos.
Mauricio Tabe se ha convertido en un símbolo silencioso de lo que significa ser oposición con dignidad. Gobernar desde la minoría, sin claudicar ante la mayoría. No es un rebelde sin causa, es un estadista en minoría. Y eso, en estos tiempos, requiere más valor del que solemos reconocer.

En Miguel Hidalgo no se construye una utopía, pero sí se libra una batalla diaria contra la inercia, el olvido y la indiferencia. Y en esa batalla, el alcalde no se ha escondido ni se ha doblegado. Ha estado ahí, de frente, como un capitán que no abandona el timón ni siquiera cuando los vientos son contrarios.
Quizá eso explique por qué su figura ha comenzado a ser vista con otros ojos. No como un simple funcionario local, sino como un político con fondo, con proyecto, con visión. Como un ejemplo de que sí se puede gobernar bien, incluso desde la trinchera más complicada.

Y mientras la Ciudad de México se agita entre polarizaciones y discursos encendidos, Mauricio Tabe sigue haciendo lo suyo: gobernar. Con firmeza. Con dirección. Con un liderazgo que no necesita de espectáculos, sino de resultados. Porque, al final, eso es lo que la gente espera de un buen gobierno. Y eso es lo que, hasta ahora, él les está dando.