No hay narrativa que seduzca al votante que alguna vez creyó en ellos.
Por: La Palabra Política.
CDMX, 11 de agosto del 2025.
En la política mexicana, la oposición parece haberse instalado en una cómoda butaca desde la que observa, a prudente distancia, el escenario del poder. Allí, bajo la sombra fresca de la hamaca institucional, algunos líderes del PRI, PAN y Movimiento Ciudadano parecen más preocupados por el acomodo de sus cojines que por el desgaste de sus banderas. Confían —como si se tratara de un dogma— en que el engendro político que hoy gobierna, Morena, hará lo que todo poder absoluto y egocéntrico ha hecho a lo largo de la historia: devorarse a sí mismo.

Es una fe curiosa, casi religiosa. Han encendido sus veladoras, se han encomendado a sus santos políticos, y esperan con paciencia que las fracturas internas del partido en el poder hagan el trabajo que ellos no están dispuestos a hacer. No mueven las piezas del tablero, sólo esperan el error del rival. Hablan, sí. Señalan, critican, acusan; se suben a tribunas, lanzan discursos de escasa pólvora, y después se marchan a grabar videos con aire acondicionado, café en mano, cuidando que no les dé el sol de la calle.

Su activismo se limita al confort: entrevistas bien agendadas, mesas de debate con moderadores afables, redes sociales llenas de diagnósticos, pero vacías de estrategia. Es una oposición que ha hecho de la comodidad una táctica, o quizá un refugio. Mientras tanto, el sistema político les sigue otorgando privilegios que goza apenas un puñado de mexicanos: salarios asegurados, comisiones pagadas, y la tranquilidad de vivir de la política sin el riesgo de la calle.

La verdad incómoda es que no hay, en ninguno de estos partidos, un verdadero proyecto que dispute el poder de frente. No existe la hoja de ruta capaz de arrebatarle a Morena la maquinaria electoral que lo respalda. No hay narrativa que seduzca al votante que alguna vez creyó en ellos y que hoy se siente huérfano de alternativa. Lo único que hay es la apuesta al milagro: que la aplanadora se fracture sola.

Pero la historia política enseña que ningún poder se entrega sin batalla. Mientras la oposición siga recostada, y Morena continúe en movimiento —con todas sus virtudes y errores—, el desenlace ya se vislumbra: la maquinaria seguirá avanzando, y la hamaca seguirá meciéndose suavemente, sin que nadie se atreva a poner un pie en el suelo para empezar a caminar.