Su legado va tomando forma. No solo por las obras visibles, sino por el ambiente político que ha logrado construir.
Por: La Palabra Política.
Coyoacán, CDMX 6 de agosto del 2025.
Hay políticos que levantan la voz para hacerse notar. Otros, más inteligentes, levantan proyectos, puentes y resultados. Giovani Gutiérrez Aguilar pertenece a este segundo grupo. Su estilo no es el del discurso incendiario ni el de la confrontación estéril. Él ha elegido gobernar con la cabeza fría y el corazón abierto, en una alcaldía tan compleja, diversa y simbólica como lo es Coyoacán.

Desde que llegó por primera vez al gobierno de esta demarcación, entendió que no bastaba con tener el poder; había que saber usarlo con altura. Desde entonces comenzó a tejer una red política y social que no excluyera a nadie. Abrió las puertas a visiones distintas, a personas de todos los colores ideológicos, a voces que no siempre piensan igual pero que tienen algo en común: aman Coyoacán.

Giovani no se aferró a una sola bandera. Construyó desde el PAN, sí, pero su visión fue más amplia. Hizo política con la gente, con el vecino, con el comerciante, con la madre soltera, con el joven que busca oportunidades. Supo leer el pulso de su comunidad y actuar con inteligencia y sensibilidad. Porque en Coyoacán no se gobierna con fuerza, se gobierna con tacto.

En esta segunda etapa de su mandato, su madurez política se ha hecho más visible. Ha demostrado que sí se puede gobernar desde la oposición sin caer en el juego de la división ni de los ataques viscerales. Mientras otros se enfrascan en pleitos políticos, él se enfoca en resultados. Ha hecho de su administración una alternativa real, una forma distinta de hacer política en una ciudad que muchas veces parece atrapada en trincheras ideológicas.

Gobernar Coyoacán no es fácil. Es una alcaldía con historia, con identidad, con contrastes sociales y políticos muy marcados. Pero Giovani ha demostrado que es posible gobernarla con equilibrio. Su estilo es el del político pragmático que no desperdicia tiempo en discursos vacíos, sino que construye con hechos. Que sabe que el poder solo vale si sirve para mejorar la vida de la gente.

Ha apostado por programas sociales sólidos, por obras públicas que mejoran la cotidianidad, por proyectos culturales que conectan con la esencia de Coyoacán. Y lo ha hecho sin perder la compostura, sin convertirse en un opositor por deporte, sin caer en la tentación de dividir para ganar.
Hoy Coyoacán es un ejemplo de que sí se puede gobernar con acuerdos, que se puede construir desde las diferencias, que se puede sumar sin traicionar principios. Giovani Gutiérrez Aguilar ha dejado claro que ser oposición no significa oponerse a todo, sino tener la capacidad de crear una visión distinta que aporte al bien común.

Su legado va tomando forma. No solo por las obras visibles, sino por el ambiente político que ha logrado construir: uno donde se respira gobernabilidad, sensatez y diálogo. En tiempos donde la polarización es moneda común, su liderazgo nos recuerda que la política también puede ser puente, y no solo muro.
Giovani no es el político del grito ni del escándalo. Es el del trabajo silencioso, constante y honesto. Y eso, en estos tiempos, ya es una declaración de principios. Porque en medio de un sistema desgastado por la confrontación, su gobierno en Coyoacán nos enseña que aún hay lugar para una política que une, que escucha y que transforma.