Cultura

Villahermosa, el Color de la Nostalgia

José Rodríguez Castro/ 1999/ Villahermosa, Tabasco.

El libro que ha presentado mis mis amigos, es una obra literaria de inspiración, recreación y una nueva atmósfera en la búsqueda de una ciudad que tiene aspecto físico e histórico. Mucho de surrealista y mágica.

Porque Villahermosa, la antigua ciudad, no es sólo cuestión de anécdotas, historia, composición social, o un punto geográfico en el mundo, sino un amplio horizonte literario que hay que explorar con la inspiración e imaginación. Es un reto para la la nueva literatura postmoderna en el trópico, aún por abundar. Algo que, me atrevo a afirmar, éste es el primer paso hacia la profundidad psicológica, literaria y en prosa, de lo que aún está por realizarse en el arte de la ciudad. Existe un vació y olvido entre las nuevas generaciones.

Yo, en esta narrativa en prosa, descubro que por encima de su abigarrada arquitectura, a ojo de buen cubero y maltrecha, Villahermosa, es una mezcla de misterio y hechizo. Una ciudad que no sólo atrapa, sino que subyuga como una mujer con atrácciones eróticas que enciende y sofoca el ánimo. Conserva ese raro perfume voluptuoso que surge de los pantanos, las aguas profundas, el calor y el enjambre de mosquitos que provocan el deseo sexual desenfrenado. Esa particularidad que a veces nos trastoca y confunde el pensamiento. Emociones aún no descubiertas en nuestra histórica narrativa tropical.

Dentro de esta atmósfera cuajada, espesa que a veces afixia, nos encontramos inmersos con una visión extrema del mundo y de todas las cosas que nos rodean, a veces bellas y, en otras, absurdas y ordinarias.

Con estos elementos aún por descubrir y profundizar en la narrativa literaria, sobre la antigua ciudad de Villahermosa, la cual para mi, aún se encuentra en un proceso entre épocas oscuras y una antigüedad inmaterial, de acuerdo de quienes la habitamos, no sabemos explicarnos aún nuestra existencia en una geografía violenta, irritante y absurda.

No precisamente la que se define en los calendarios, escritos históricos, análisis, reportajes, poesía y la narrativa, realizados por hombres concienzudos e ilustrados, sino la que nos genera los recuerdos de nuestros orígenes y nostalgias, que nos lleva, en sueños, a recorrer los antiguos sitios y calles que un día recorrimos. La que nos arranca los sentimientos de nuestro primer amor. El encuentro con aquellos rostros de nuestra infancia. Que hoy, para nuestro asombro, tienen una fisinomía irreconocible que no logramos indetificarla, si no se indetifican con el saludo y la sopresa.

Esta Villahermosa, La Nostalgia, es la que todos conocieron y la que viví durante mi infancia y que por más búsqueda, no la volveremos a vivir jamás. Pero gracias a esta prosa – relato – fantasía, la podemos imaginar y darle una presencia de actualidad en nuestras emociones.

Esta obra es un intento por darle a Villahermosa, una posmoderna fisonomía literaria y nostálgica. Una búsqueda y una interpretación de tiempos remotos a través de la imagen y la idea emocional, pasando por alto la historia y las crónicas recurrentes. Atrapar aquella atmósfera y las horas de los días y las sombras. Sombras y luces que quedaron gracias a la mágica mirada y el oportuna del clik de las cámaras magistralmente utilizadas por cazadores del tiempo. Un hecho contundente que no dejan de asombrarnos a pesar de los tiempos actuales. Y que, quizás, ni por la cabeza nos pasa, imaginarnos la magia del tiempo impreso en cada postal. Eternamente.
Primero, fueron las fotografías antiguas lo que más me han atraido en la literatura y el arte lo que me llevó a realizar esta obra. Junto con mi amigo, aquí presente, Jorge Lamoyi, simpre tratamos de interpretar el significado de cada fotografía amarillenta y antigua. Sobre todo, el cine Tropical al que tantas veces asistíamos, cuando muchachos, la las funciones de los matinés de los domingos.

Precisamente, Jorge Lamoyi, ha escrito en sus libros mucho sobre el cine Tropical –el Tropi, recuerda, él –y sobre las palículas que más le impactaron, como las del Santo el Enmascarado de Plata y las Mujeres Vampiros.

Quizá pueda decir que este libro fue una idea compartida que, finalmente, me tocó, por suerte, escribir. Porque incursioné en esta aventura postmodernista. No porque tengamos antecedentes de la antigua Villahermosa, que sólo tenemos referencia a través de las crónicas y libros de histoira, así como las rememoraciones orales, sino porque, como todos ustedes, también aún conservan recuerdos y nostalgias de esta ciudada. Que de no haber incursiondo en esta aventura, algo de todo aquello, aún corriendo los años, nuestras miradas no tendrían donde repasar aquellos días inciertos.

En esta obra, hice algunos apartados, de aceurdo con el escenario de cada fotografía: el muelle y los barcos. La ciudad, las inundaciones y cada una de las épocas. Principalmente, la que de niños nos tocó vivir. Por supuesto, es una arbitraria suposición. Así la defino en mi prosa – narrativa. Nunca me propuse realizar un proyecto histórico, metodológico, análisis y cronológico. Todo sucede en la imaginación.

Es un encuentro con la atmósfera del color y los tiempos y momentos que mi mente pudo imaginar o fantasear. De ahí que las épocas transitan en dentro de una intensa vaguedad del color sepia. El tiempo matafórico e imaginativo, retenido en la imaginación y la postal.

Presiento que Villahermosa es una ciudad donde apenas empezamos a interpretar con la postmodernidad literaria y una narrativa novedosa, donde todo es posible e irreal, nada se llega a confirmar. Porque hasta ahora, la historia y la literatura escrita sobre la ciudad, es redundante y reciclada. En este caso, va más allá hasta ahora lo imaginado en el análisis y la crónica. Es la atmósfera de una ciudad antigua que aún, debemos de tener presente, cada vez más, será más antigua, como todas las ciudad antiguas del mundo, a pesar de la modernización.

Esta es una obra escrita entre el sueño y la irrealiadad del trópico, el mosquito, las mujeres que transitan por las calles al ritmo de un danzón. Bellas con sus cabellos sueltos que, por los meses de febrero loco y marzo otro poco, se los revolotean. Mujeres fieras con labios encarnados y quemadas por el sol. Esta feminidad ardiente que todavía sigue siendo deseos desbocados y pasiones fogosas. Emociones que son difícil de interpretar por propios y extraños.

Mi amigo Jorge y yo, nos hemos enfrascado, horas enteras, tratando de definir la atmósfera del trópico. Sus consecuencias en la vida de los hombres y las mujeres, tanto en el sexo como en el amor. Nunca encontramos una definición, sino muchas, como psicólógicas y herencias del clima. Auqnue siempre, nos dejamos llevar por los extremos.

Para Jorge, muchos de los comportamientos de quienes viven en este trópico, se debe al poco desarrollo cultural. Son ágrafos, sostiene. Que aquí todo se explica a traves de las prolongadas pláticas y discuciones. Nunca por medio de la palabra escrita. No sé, si sea cierto y acertada, pero me ha gustado. Es una buena y acabada explicación literaria que nos puede llevar al mundo de la novela surrealista y mágica.

¿Se pueden imaginar ustedes, en la actualidad de un país o un pueblo donde no se escriba una letra? Sería el principio de una novela surrealista en Tabasco. De ahí al acontecimiento del desarrollo, la educación y la ciencia, ésta que nos podía explicar, con facilidad extraordinaria, la razón de las largas y extensas pláticas. Y el por qué se vive como se vive aquí, sin explicación alguna.

Porque si algo atrapa y ahoga la insipiración es la atmósfera ardiente del trópico. Para salvarse de esta terrible aflicción hay que hacer verdaderos esfuerzos casi sobrehumanos, para alcanzar el amor y la felicidad. Porque para alcanzar y tomar un libro y leerlo entre sudores y extrema humedad, no es cosa fácil. Ya no hablar de la inspiración y escribir a diario unas cuantas cuartillas que nos satisfaga, aún cuando no se consideren calificables.

La obra fue escrita en la ciudad de México porque allá viví mucho tiempo. En suma, queda Villahermosa, el Color de la Nostalgia, como mi primer libro en prosa. Por supuesto, bajo el amparo, la amistad y el apoyo de un gran ser humano, Salvador Neme Sastré, que como toda su familia, principalmente de su inolvidable padre, Salvador Neme Castillo, de quien tambíen conté con su generosidad humana, y su madre, Celia Sastré de Neme, con quien me indetifiqué por su labor de reforestación del estado, y atencíon a las mujeres y los niños, siempre, de todos ellos, repito, recibí siempre las mayores atenciones y consideraciones. Mi gratitud por siempre.

Los comentaristas fueron, por supuesto, Salvador Neme Sastré, Lácides Gracía Detjen, Pepe Tiquet, Gabriela Gutiérrez de Lomasto, Arturo Núñez Jiménez y José Esteban Esponda.

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La Palabra Política

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