Movimiento Ciudadano tiene en Samuel García a su mejor carta para seguir vigente.
Por: La Palabra Política.
Nuevo Léon, 1 de julio del 2025.
Samuel García Sepúlveda no solo es gobernador de Nuevo León, es una figura que se ha convertido en fenómeno político, mediático y cultural. A su corta edad, el joven mandatario ha subido los peldaños del poder como pocos en la historia reciente del país. No llegó por accidente ni por dedazo, llegó porque entendió antes que nadie que el electorado ha cambiado, que la política no solo se hace en el Congreso, también se gana en TikTok, en Instagram, en el lenguaje de la gente y en la narrativa emocional de lo cotidiano.
Mientras los viejos políticos —los dinosaurios de la “vieja escuela”— siguen revisando encuestas impresas y apostando a la movilización de acarreados, Samuel García supo leer los nuevos códigos. Entendió que el voto no se gana con discursos solemnes ni promesas recicladas, sino con cercanía, con imagen, con una estrategia envolvente donde lo político se mezcla con lo personal. Su matrimonio con Mariana Rodríguez no fue sólo una historia de amor, fue también una narrativa de marketing político que conectó con una generación que ya no cree en la política, pero sí sigue influencers.
Desde su llegada al poder, Samuel no ha sido improvisado. Sabe que gobernar es también construir legado. En poco tiempo ha impulsado obras de infraestructura que han transformado zonas enteras del área metropolitana; ha apostado por un sistema de transporte más eficiente, ha abierto espacios para la cultura, el arte y el deporte, y ha tendido puentes con capital extranjero para atraer inversiones. Es cierto, su estilo es polémico y polarizante: lo amas o lo detestas, no hay punto medio. Pero esa ambigüedad no es debilidad, es parte de su fórmula.
El carisma, la comunicación efectiva, el manejo de redes y la narrativa de modernidad son su escudo y su espada. Ha tejido alianzas políticas con pragmatismo quirúrgico, y a pesar de las críticas, ha logrado mantener a Movimiento Ciudadano como un proyecto competitivo y fresco. Hoy no solo gobierna, sino que siembra, moldea el terreno político para lo que viene: 2027.
A Samuel García le quedan dos años de gestión, y los está usando con inteligencia. No improvisa, construye. No grita, actúa. No promete, ejecuta. Y mientras el PRI prepara su artillería con Adrián de la Garza como su candidato natural para recuperar el Palacio de Cantera, Samuel afina su maquinaria. La batalla por Nuevo León será una guerra de estilos, de generaciones, de formas de hacer política. Una guerra entre lo viejo que se niega a morir, y lo nuevo que aún está en formación.
Movimiento Ciudadano tiene en Samuel García a su mejor carta para seguir vigente. Pero el reto no será menor. Porque en política, el cariño es volátil, la memoria es corta y el electorado es caprichoso. El gobernador joven, el influencer político, el disruptor del sistema, aún tiene tiempo para consolidar su legado. La pregunta es: ¿será suficiente para que Nuevo León vuelva a votar naranja?
Sólo el tiempo —y las urnas— lo dirán. Mientras tanto, Samuel sigue jugando su juego. Y por ahora, lo está jugando bien.
