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Rocío Nahle: La Gobernadora Bajo Fuego Político.

Hoy, la gobernadora de Veracruz tiene ante sí dos caminos: el del desgaste o el del renacimiento político.

Por: La Palabra Política.
Veracruz, 27 de octubre del 2025.

Desde que asumió la gubernatura de Veracruz, Rocío Nahle García ha gobernado con una tormenta a cuestas. No una tormenta natural —aunque también las ha enfrentado con entereza—, sino una tormenta política y mediática diseñada para desgastarla, aislarla y debilitar su liderazgo. Desde el primer día, la ingeniera no ha tenido un solo minuto de tregua: cada error, cada desacierto, cada fenómeno natural se convierte en un arma de ataque, en una oportunidad para los adversarios de narrar un supuesto fracaso.

Ing. Roció Nahle García, gobernadora del Estado de Veracruz.

Porque lo que está en juego no es solo su imagen personal, sino algo mucho más grande: el control político de Veracruz, uno de los bastiones más estratégicos del proyecto de la Cuarta Transformación. Y en ese tablero, Nahle se ha convertido en el blanco predilecto de una oposición que no ha sabido derrotar en las urnas, pero que intenta erosionar en la arena mediática.

Una mujer de carácter frente a un sistema voraz.

Rocío Nahle es una figura incómoda para los grupo políticos. No proviene de las élites tradicionales, ni pertenece a los círculos que por décadas dominaron la vida política y económica de Veracruz. Es ingeniera, técnica, práctica y directa, una mujer que llegó al poder con trabajo, no con apellido. Y eso, en un país donde todavía se castiga la independencia femenina, no se perdona fácilmente.

Sus adversarios la llaman “impuesta”, olvidando que su victoria fue legítima, fruto de una estructura política y social sólida, respaldada por millones de veracruzanos que creyeron —y aún creen— en su capacidad para transformar. Se le acusa de todo: de soberbia, de frialdad, de falta de empatía. Pero se omite decir que ha enfrentado un entorno hostil donde cada palabra, cada gesto, cada decisión es interpretada con mala fe.

Cuando el agua inundó los municipios del sur del estado, los críticos no vieron a la gobernadora supervisando, atendiendo, organizando apoyos. Solo vieron oportunidad. Convirtieron una tragedia natural en una estrategia política. Aprovecharon el dolor ajeno para amplificar su narrativa de desastre. La tormenta perfecta, pero no de agua: de intereses.

El desgaste de gobernar bajo ataque.

Nadie sale ileso de una guerra de desgaste constante. Nahle no es una excepción. Es humana, siente, se indigna, se cansa. Es natural que a veces se le note la frustración, que sus declaraciones reflejen hartazgo. Gobernar bajo fuego es un acto de resistencia diaria. Y lo paradójico es que esa resistencia, que debería ser reconocida como fortaleza, es usada por sus detractores como prueba de debilidad.

Su equipo, en cambio, no siempre ha estado a la altura del desafío. Los ataques mediáticos son cada vez más sofisticados, orquestados, financiados. Y mientras los adversarios ocupan las redes con campañas virales de desinformación, la defensa oficial se percibe lenta, dispersa, sin estrategia narrativa. En la era digital, la política se libra tanto en las calles como en los algoritmos, y ahí el gobierno veracruzano ha perdido terreno.

La soledad del poder y la fuerza de la convicción.

Sí, Rocío Nahle tiene el respaldo de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, pero gobernar no es tener una madrina política; es sostener un proyecto en medio del ruido. La presidenta tiene una agenda nacional que no puede detenerse cada vez que Veracruz se convierte en campo de batalla mediática. La responsabilidad de resistir, comunicar y recomponer la confianza recae, inevitablemente, en la propia gobernadora y en su círculo cercano.

Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta de México, Rocío Nahle García, gobernadora de Veracruz y Ariadna Montiel Reyes, secretaria del Bienestar.

Y es ahí donde debe renacer el liderazgo de Nahle: en la capacidad de transformar el desgaste en energía, el golpe en aprendizaje, el ataque en plataforma. Porque si algo ha demostrado a lo largo de su carrera es que no se rinde, no se quiebra, no se acomoda. De las crisis ha hecho su mejor escuela.

El precio de ser mujer y gobernar con poder real.

En el fondo, lo que incomoda a muchos no es su estilo, sino su condición. Es una mujer con poder real, con decisión, con mando, en un estado donde el poder durante décadas fue territorio de hombres. Las críticas que recibe —duras, desproporcionadas, a veces crueles— rara vez se aplicarían con igual intensidad a un hombre en el mismo cargo. A ella se le exige perfección; a ellos, solo presencia.

Pero Nahle no busca ser perfecta, busca ser eficaz. No pretende ser popular entre los círculos de poder, sino cumplir con la gente. Y esa diferencia explica la virulencia de las campañas en su contra.

Entre la adversidad y la consolidación.

A un año de su gobierno, Rocío Nahle enfrenta el momento más desafiante de su carrera política. No solo porque los ataques arrecian, sino porque el cansancio se nota. Sin embargo, la historia política está llena de liderazgos que se forjaron en la adversidad.

Hoy, la gobernadora de Veracruz tiene ante sí dos caminos: el del desgaste o el del renacimiento político. Y si algo ha demostrado es que sabe convertir los vendavales en impulso. Su carácter, su temple y su visión la han sostenido cuando muchos esperaban su caída.

Veracruz no es un estado fácil. Es una tierra intensa, compleja, apasionada, donde cada decisión genera ruido y cada acierto parece poco. Pero si algo define a Rocío Nahle es que no gobierna para gustar, sino para cumplir. Y aunque la guerra mediática arrecie, el tiempo —ese juez implacable— pondrá cada cosa en su lugar.

Porque cuando pase la tormenta, cuando el ruido se disipe, quedará claro quién trabajó por Veracruz y quién solo apostó por verlo caer.
Y en ese balance final, Rocío Nahle García —con errores, con aciertos, con humanidad— habrá resistido, gobernado y demostrado que el liderazgo no se hereda, se forja… y ella ya lo está haciendo.

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