Los grandes proyectos no sólo se levantan con discursos. Se levantan con personas que saben construir, sostener y resistir.
Por: La Palabra Política.
CDMX, 13 de agosto del 2025.
En la política mexicana hay nombres que suenan a escándalo y hay otros que suenan a trabajo. Rafael Marín Mollinedo pertenece a la segunda categoría. No necesita foros ni micrófonos para demostrar que es una pieza vital en la construcción del proyecto político más ambicioso que ha visto México en décadas: la Cuarta Transformación.

Su papel no es de figura decorativa ni de simple acompañante en la fotografía. Marín es un hombre de ideología sólida, formado en la trinchera del trabajo y en la disciplina del compromiso. Su nombre está inevitablemente ligado al del ex presidente Andrés Manuel López Obrador, no por conveniencia política, sino por una lealtad cultivada durante años de coincidencias en pensamiento y visión de país.

En un entorno donde muchos miden su apoyo en encuestas y su fidelidad en cargos, Marín representa lo opuesto: constancia, experiencia y un compromiso que no se quiebra con el ruido mediático. Quienes conocen los engranajes internos de la 4T saben que su papel es estratégico. No es casualidad que sea blanco de campañas sucias, de ataques en redes y de narrativas interesadas. Golpear a Rafael Marín es, para los adversarios del movimiento, intentar debilitar uno de sus pilares.

Su trayectoria es amplia, y en cada paso hay un hilo común: actuar con transparencia y con un sentido claro de propósito. No improvisa. No busca reflectores. Trabaja en la construcción de lo que hoy llaman el “segundo piso” de la Cuarta Transformación, esa nueva etapa que requiere más que entusiasmo: requiere oficio político, capacidad de ejecución y una visión que conecte con la realidad del país.

En tiempos donde la política parece un escenario de vanidades, Rafael Marín Mollinedo es de los pocos que pueden presumir coherencia entre lo que piensa, lo que dice y lo que hace. No es el político que corre detrás de la cámara; es el que permanece cuando las luces se apagan y queda el trabajo pendiente.

Porque, al final, los grandes proyectos no sólo se levantan con discursos. Se levantan con personas que saben construir, sostener y resistir. Y en la Cuarta Transformación, Rafael Marín Mollinedo es exactamente eso: un constructor que entiende que las verdaderas obras se hacen con cimientos profundos, y no con aplausos pasajeros.


