Por: José R. Rodríguez Jiménez.
El 2025 será un año determinante. Las decisiones que se tomen en los próximos meses marcarán la dirección del país para los años venideros.
23 de diciembre del 2023.
La Presidencia de Claudia Sheinbaum Pardo enfrenta un año crucial marcado por dos desafíos que podrían definir el rumbo de su administración y, en gran medida, del país. Por un lado, las tensiones internas dentro de MORENA, donde las tribus políticas y la lucha de poderes amenazan la cohesión del partido hegemónico. Por el otro, el panorama internacional se complica con la llegada de Donald J. Trump a la presidencia de los Estados Unidos, un escenario que exige estrategia, unidad y liderazgo en todos los frentes.
Las fisuras internas: la tormenta en casa.
Desde su fundación, MORENA ha sido más un movimiento que un partido político estructurado, y esta característica lo ha convertido en un terreno fértil para el surgimiento de facciones y disputas internas. A pesar de su mayoría en el Congreso y el control de numerosas gubernaturas, el partido enfrenta una creciente fragmentación. Las luchas entre grupos de poder, algunos leales a los principios originales del obradorismo y otros centrados en intereses particulares, amenazan con minar la estabilidad que la Presidenta Claudia Sheinbaum necesita para gobernar.
La Presidenta no es ajena a estas tensiones. Consciente de que la unidad dentro de MORENA es clave para llevar a cabo su proyecto de nación, Sheinbaum ha llamado repetidamente a la disciplina y al consenso. Sin embargo, mantener el equilibrio entre las diversas tribus políticas será un reto titánico. La fragmentación interna no solo desgasta al partido; también debilita la legitimidad y capacidad de acción del gobierno frente a una oposición que observa con atención cualquier fisura.
La llegada de Trump: un nuevo frente internacional.
El retorno de Donald J. Trump a la Casa Blanca plantea un desafío que va más allá de las relaciones diplomáticas tradicionales. Su administración anterior estuvo marcada por políticas migratorias severas, amenazas económicas y una retórica divisiva hacia México. Ahora, con su regreso al poder, la Presidenta Sheinbaum deberá enfrentar un panorama incierto en el que temas como el comercio, la migración y la cooperación en seguridad volverán a ser puntos críticos.
Trump no es simplemente un político hostil; es un estratega que entiende cómo utilizar su influencia para obtener concesiones. Ante este escenario, la Presidenta Claudia Sheinbaum necesita construir un equipo sólido de negociadores expertos en geopolítica, tratados internacionales y diplomacia económica. México requerirá de líderes capaces de tender puentes, proteger los intereses nacionales y, al mismo tiempo, evitar confrontaciones que puedan escalar en crisis diplomáticas o económicas.
El llamado a la unidad nacional.
La Presidenta ha mostrado una determinación férrea frente a los desafíos, pero también sabe que gobernar en aislamiento no es una opción. Ante las adversidades internas y externas, la Presidenta Claudia Sheinbaum está enviando un mensaje claro: México necesita unidad. Más allá de las ideologías partidistas, de los intereses personales o de las batallas por el poder, el país requiere que sus líderes –políticos, empresariales y sociales– se alineen en un objetivo común: la estabilidad y el bienestar nacional.
Este llamado no solo se dirige a MORENA. Sheinbaum necesita del respaldo de todos los sectores: de empresarios dispuestos a invertir en proyectos estratégicos, de académicos que aporten soluciones innovadoras, de diplomáticos experimentados que fortalezcan la posición de México en el mundo y, sobre todo, de una ciudadanía activa que apoye y fiscalice el trabajo gubernamental.
Un proyecto de nación en juego.
El 2025 será un año determinante. Las decisiones que se tomen en los próximos meses marcarán la dirección del país para los años venideros. La Presidenta Sheinbaum tiene la oportunidad de consolidar su liderazgo no solo como la primera Presidenta de México, sino como una estadista capaz de enfrentar la adversidad con firmeza y visión.
Sin embargo, esto solo será posible si logra transformar las crisis en oportunidades. Para ello, deberá tomar decisiones difíciles, como exigir mayor disciplina dentro de su partido, fortalecer las instituciones y forjar alianzas estratégicas tanto dentro como fuera del país.
En este contexto, el mensaje de la Presidenta debe ser claro: cuando le va bien al gobierno, le va bien a México. Este no es solo su reto; es el reto de toda una nación que, más allá de sus diferencias, debe cerrar filas para enfrentar juntos los desafíos que se avecinan.