El artífice silencioso de la transformación digital mexicana.
Por: La Palabra Política.
CDMX, 25 de abril del 2025.
En el tablero de la Cuarta Transformación, pocas piezas han cobrado tan rápido relevancia y orden estratégico como José Antonio Peña Merino, al frente de la recién creada Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones (ATDT). Su presencia discreta contrasta con la magnitud de la encomienda: diseñar y ejecutar la gran metamorfosis tecnológica que la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha impreso como eje central de su gobierno, más allá de la retórica, con programas y proyectos que trascienden despachos y acuerdos de pasillo.

Desde su designación, el Doctor Peña Merino ha tejido una red de iniciativas que buscan dejar atrás la crónica de rezagos tecnológicos y culturales que distinguía a la administración pública mexicana. Bajo su batuta, el gobierno ha impulsado:
- Identidad Digital Única. Un instrumento para que cada mexicano acceda a servicios sociales, trámites y programas de bienestar sin filas, sin papeles y con total seguridad.
- Gobierno en Línea. Plataformas que concentran más de 300 trámites municipales, estatales y federales, reduciendo costos y evitando la discrecionalidad en las ventanillas.
- Conectividad Rural. Acuerdos con operadores y organismos internacionales para llevar Internet de banda ancha a zonas donde ni la luz llegó en tiempo.
- Regulación pro-competencia. Esquemas que buscan romper los monopolios heredados y atraer nuevas inversiones en 5G, fibra óptica y parques tecnológicos.
- Ciberseguridad y datos abiertos. Marcos jurídicos y técnicos para proteger la información ciudadana, transparentar el gasto público y erradicar la corrupción digital.

Estas apuestas técnicas, estratégicas y con un claro foco social han disparado alarmas entre quienes vivían de las opacidades del viejo régimen. No es casual que una avanzada de medios neoliberales haya lanzado una campaña de desprestigio contra la Agencia de Peña Merino: su plan erosiona los nichos de poder que se nutrían de los vacíos legales, de la discrecionalidad y de la exclusión digital.
Frente a ello, el ingeniero ha respondido con datos, con rostros y con hechos. Cada kilómetro de fibra instalada, cada trámite migrado a la nube y cada peso ahorrado en pago de intereses o en gestiones burocráticas, refuerzan su argumento: la transformación digital no es un lujo, sino la palanca que hará verdaderamente eficiente, inclusivo y honesto al Estado mexicano.

En este delicado pulso entre reforma y resistencia, Peña Merino ha demostrado ser más que un tecnócrata: es el guardián de la promesa de devolverle al ciudadano el control de su vida pública. Sin estridencias, pero con inquebrantable pulso político, él construye la columna vertebral informática del “Plan México”.
Para la Presidenta Sheinbaum, tener a “Pepe” Merino en el gabinete significa contar con un aliado de probada lealtad, con la capacidad de abstraerse de los climas de guerra mediática y de desvíos partidistas. Y para el país, su tarea garantiza que la democracia deje de escribirse con pluma de papel y empiece a trazarse en un tablero digital donde la transparencia, la equidad y la agilidad sean la norma, no la excepción.

En un México que requiere tanto brújula como motores de arranque, José Antonio Peña Merino ha emergido como el hombre que jamás «sale en la foto», pero sin cuyo trabajo esa foto se volvería irreconocible. Y esa, finalmente, es la medida de su éxito.