Para la Jefa de Gobierno Clara Brugada Molina, contar con un operador como él es garantía de estabilidad.
Por: La Palabra Política.
CDMX, 1 julio del 2025.
En un país donde la seguridad pública suele ser terreno minado para cualquier servidor público, y en una ciudad tan compleja, caótica y contradictoria como lo es la Ciudad de México, se requiere más que un policía: se necesita un estratega, un conductor de orquesta, un guerrero de inteligencia fría y firmeza inflexible. Ese perfil lo encarna hoy Pablo Vázquez Camacho, Comisario General y Secretario de Seguridad Ciudadana de la capital del país.

El licenciado Vázquez Camacho no es producto del azar, ni mucho menos un improvisado. Su carrera se ha forjado entre datos, operativos y decisiones de alto calibre. Aprendió en el campo de batalla, bajo la dirección del Mtro. Omar García Harfuch, figura emblemática y arquitecto de una nueva doctrina de seguridad en la metrópoli. Pablo Vázquez no solo heredó una institución compleja, sino también la visión de consolidarla, transformarla y hacerla más efectiva, más humana y más moderna.

Enfrentar la seguridad en la CDMX no es un simple encargo administrativo, es adentrarse en las profundidades de un monstruo de mil cabezas. Porque aquí conviven los carteristas del Metro con células del crimen organizado; el narcomenudeo de esquina con redes internacionales; la extorsión vecinal con el robo de alta gama. Y en ese ecosistema brutal, el Comisario Vázquez ha demostrado que la inteligencia es más efectiva que el despliegue desordenado, que la estrategia vale más que la improvisación.

Desde su llegada, ha apostado por la tecnología, la profesionalización y el rediseño operativo. Cámaras, inteligencia artificial, patrullajes focalizados, capacitación continua, cercanía con la comunidad y una firme convicción: recuperar la confianza ciudadana. Su modelo no es de mano dura, sino de mente ágil. No es de espectáculo, es de resultados. Y los resultados hablan.

Las cifras en delitos de alto impacto, como el homicidio doloso, el robo de vehículo y el secuestro, muestran una tendencia sostenida a la baja. Pero más allá de los números fríos, lo que está en juego es la sensación de seguridad, ese intangible que permite que una mujer camine con menos miedo, que un joven no mire con desconfianza al patrullero, que un niño juegue en el parque sin la sombra del peligro.

Pablo Vázquez ha entendido que el orden no se impone a balazos, se construye con presencia, con prevención y con profesionalismo. Ha fortalecido una corporación que, por años, fue vista con recelo y desdén. Hoy, la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la CDMX empieza a ser reconocida por su actuar efectivo, por su reacción rápida y, sobre todo, por su enfoque moderno y ciudadano.

Para la Jefa de Gobierno Clara Brugada Molina, contar con un operador como él es garantía de estabilidad. Es su escudo institucional frente a una de las problemáticas más sensibles del país. Y no se trata de una apuesta menor: se trata de blindar la gobernabilidad de la capital, y con ello, la paz social de millones de personas.

Claro está, nadie espera milagros. La delincuencia no desaparece por decreto, y sería ingenuo pensar que una ciudad de más de nueve millones de habitantes pueda erradicar completamente el delito. Pero cuando se frena su avance, cuando se le arrebatan espacios y se reduce su margen de operación, entonces se avanza. Y ese avance, hoy por hoy, tiene nombre y apellido: Pablo Vázquez Camacho.
El tiempo dirá si esta nueva etapa logra consolidar un modelo de seguridad ejemplar para el resto del país. Pero lo que es innegable, es que el Comisario General no solo patrulla la ciudad: la piensa, la estudia, la cuida. Y eso, en tiempos de desconfianza, ya es un acto de valentía.