El gobernador tiene claro que pacificar Jalisco no será una tarea de uno o dos años: requiere tiempo, ajustes permanentes y consenso amplio.
Por: La Palabra Política.
Jalisco, 5 de mayo del 2025.
Cuando las aguas políticas se enturbiaron en Jalisco, pocos apostaron a que un gobernador de oposición saldría a flote con bandera de liderazgo y no de resistencia. Pablo Lemus Navarro, sin embargo, decidió surfear la ola en vez de nadar contra ella. Su arranque de gestión coincidió con la revelación de fosas clandestinas en Teuchitlán y con señales de una policía local permeada por la sospecha. Hoy, su apuesta es clara: conocimiento, acción y alianzas, todo ello martillado en la fragua de la crisis.

Conocimiento como ancla.
Lemus Navarro no es un político de ocurrencias. Desde el primer día abrió expedientes: revisó protocolos de la Policía Estatal, llamó a la Fiscalía General de la República para “transparentar el horror” del Rancho Izaguirre y se rodeó de especialistas en seguridad. Esa hoja de ruta le permitió entender que el principal talón de Aquiles no era solo la violencia, sino la desconfianza ciudadana. Reconocer públicamente fallas —un acto que muchos evitan— le ganó un dividendo esencial: credibilidad.

“Jalisco Vive”.
Con la información sobre la mesa, Lemus Navarro desplegó operativos mixtos con Guardia Nacional y la Sedena, intervino policías municipales señalados y creó un nuevo cuerpo de élite estatal. Simultáneamente, inauguró “Jalisco Vive”, red de centros comunitarios que ofrecen deportes, talleres culturales y acompañamiento psicológico a jóvenes en riesgo. La ecuación es sencilla: menos tiempo en la calle, menos tentación delictiva. Y lo hizo con rápidos aumentos presupuestales —un 12 % más para seguridad en 2025— sin perder de vista otros frentes de desarrollo.

Alianzas como timón.
En el tablero político, la chispa suele encenderse entre oposición y gobierno federal. Pablo Lemus transformó esa posible chispa en puente de coordinación. Se sumó a la agenda nacional de seguridad impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, acordó mesas de análisis conjuntas y logró recursos federales sin renunciar a la autonomía estatal. Fue un movimiento audaz: demostrar que la discordia partidista no debe ser barrera para proteger a la población.

Lecciones de liderazgo en crisis.
Transparencia valiente: admitir públicamente errores y heridas no es debilidad, sino inversión en confianza.
Visión integral: la seguridad no se gana solo con patrullas; requiere atender raíces sociales y ofrecer caminos de esperanza.
Cooperación estratégica: la política, en su mejor expresión, es el arte de pactar lo que importa por encima de lo que divide.

¿El reto pendiente?
Pacificar Jalisco no será un sprint, sino un maratón. La tarea de Lemus Navarro es consolidar estos frentes antes de que las elecciones vuelvan a encender la brújula política. Su mayor desafío será demostrar que la bonanza de inversión y el descenso de delitos no fueron un fuego fugaz, sino la antesala de un estado sostenible y autosuficiente.

En tiempos donde la polarización devora la decencia pública, Pablo Lemus Navarro se perfila como el contracorriente necesario: un gobernante que, ante el torbellino, eligió conocer, actuar y dialogar. Si su modelo se mantiene firme, Jalisco puede convertirse en faro para otras entidades. Porque la verdadera fortaleza política no se mide en cuántos enemigos se trituran, sino en cuántas alianzas se construyen bajo la tormenta.