Política

Morena vs. Morena: Los puros contra los impuros, la batalla por el alma del partido.

El poder sin control es una bomba de tiempo.

Por: La Palabra Política.
CDMX, 29 enero del 2025.

Morena no es solo un partido político; es un fenómeno que rompió con las estructuras tradicionales de poder en México. Sin embargo, la transformación que prometió Andrés Manuel López Obrador no solo impactó al país, sino al mismo movimiento que lo llevó al poder. Hoy, a casi una década de su fundación, Morena enfrenta su mayor desafío: la lucha interna entre sus facciones. La batalla no es menor, porque no solo se juega el futuro del partido, sino la estabilidad de un proyecto político que ha dominado la última década.

Partido de Movimiento de Regeneración Nacional.

La guerra de las cúpulas: entre fundadores y recién llegados.

El conflicto interno en Morena tiene un punto de quiebre claro: la lucha entre los «puros», quienes desde el principio forjaron el movimiento con López Obrador, y los «impuros», aquellos expriistas, experredistas y expanistas que se sumaron con la ola del poder y hoy ocupan posiciones estratégicas dentro del gobierno y el partido.

El problema no es solo de pertenencia, sino de recompensa. Los militantes de base, los que recorrieron el país con AMLO cuando aún no había certezas de triunfo, se sienten relegados. En cambio, muchos de los recién llegados han obtenido gubernaturas, alcaldías, escaños en el Congreso y hasta posiciones clave en el gabinete. Lo que en su momento fue una apertura pragmática para fortalecer el partido, hoy se ha convertido en una bomba de tiempo.

Una fractura que ya no puede ocultarse.

Durante años, Morena ha intentado disfrazar este conflicto con un discurso de unidad. Pero en la práctica, la militancia ya no cree en la narrativa oficial. No hay sintonía entre el discurso de inclusión y los hechos que revelan una lucha despiadada por el control de candidaturas y posiciones de poder.

Las elecciones internas son el campo de batalla. Cada proceso de selección de candidatos se convierte en una guerra intestina, con impugnaciones, traiciones y fracturas. El partido que prometió acabar con el «dedazo» y la imposición de candidaturas hoy enfrenta las mismas prácticas que criticó del PRI y el PAN.

Expriistas hoy se visten de color guinda.

El dilema de Claudia Sheinbaum: la presidenta, pero no la líder del partido.

A diferencia de López Obrador, la presidenta Claudia Sheinbaum no es la jefa de Morena. Su papel es gobernar, no intervenir en las disputas internas del partido. Esto deja un vacío de liderazgo que debe ser llenado por Luisa María Alcalde y Andrés López Beltrán, quienes tienen la tarea de imponer orden.

Pero, ¿serán capaces? Morena es un partido joven, sin estructuras consolidadas y con demasiados intereses en juego. Si la dirigencia no logra frenar las pugnas internas, Morena corre el riesgo de convertirse en su peor enemigo.

Claudia Sheinbaum Pardo Presidenta de México y Luisa María Alcalde Luján Presidenta del Partido de MORENA.

¿Rumbo a la autodestrucción?

El poder sin control es una bomba de tiempo. Morena aún domina el panorama político en México, pero las divisiones internas podrían minar su futuro. Si la lucha entre «puros» e «impuros» sigue escalando, el partido corre el riesgo de perder cohesión y, eventualmente, de fragmentarse.

Los próximos meses serán cruciales. Morena debe definir si será un partido con orden y disciplina, o si se convertirá en otro PRI, devorado por sus propias ambiciones internas. La pregunta ya no es si hay conflicto en Morena, sino quién impondrá el liderazgo necesario para evitar su colapso.

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