La política interna de MORENA es un espejo de las complejidades del poder.

Por: La Palabra Política.

CDMX, 17 de junio del 2024.

MORENA, el partido en el poder en México, enfrenta un desafío único y complejo: su mayor oposición es, en muchos sentidos, su propia estructura interna. Con un control extenso sobre los diversos niveles de gobierno, la dinámica interna de MORENA ha generado divisiones y rivalidades que podrían convertirse en obstáculos significativos para su estabilidad y efectividad.

El reciente proceso interno para seleccionar al candidato presidencial de MORENA reveló estas tensiones. Las campañas de Marcelo Ebrard y Adán Augusto López Hernández, ambos aspirantes a la candidatura, se convirtieron en un campo de batalla donde las estrategias y tácticas más agudas se desplegaron para competir contra la favorita, Claudia Sheinbaum Pardo. La contienda no sólo expuso las ambiciones personales y las alianzas políticas dentro del partido, sino que también demostró la capacidad de estos grupos para influir y, en ocasiones, desestabilizar el proceso.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador, figura central y fundador de MORENA, se vio obligado a intervenir para mantener la cohesión del partido. Su intervención subrayó la necesidad de una «operación cicatriz» para mitigar las heridas abiertas por la competencia interna. Esta estrategia de reconciliación fue crucial para restaurar la unidad y presentar una frente unificada de cara a las elecciones.

A pesar de estas tensiones, Claudia Sheinbaum Pardo emergió como la candidata victoriosa, destinada a convertirse en la primera presidenta de México. Con el apoyo del Senado, el Congreso de la Unión y el pleno poder del estado, Sheinbaum parece tener todas las herramientas necesarias para gobernar con eficacia. Sin embargo, el verdadero desafío vendrá de adentro. Los grupos internos de MORENA, los «marcelistas», los «adancistas» y los leales a Sheinbaum, continuarán maniobrando para fortalecer sus posiciones de cara a futuras elecciones, especialmente mirando hacia el 2030.

El liderazgo de López Obrador, aunque decisivo, plantea una cuestión importante: ¿podrá Claudia Sheinbaum mantener el control del partido y del gobierno sin la sombra protectora de su predecesor? La estructura interna de MORENA está marcada por estas divisiones, y la capacidad de Sheinbaum para gestionar estos grupos será esencial para su éxito y el del partido.

La política interna de MORENA es un espejo de las complejidades del poder. La lucha por el control y la influencia dentro del partido refleja una realidad en la que las alianzas y rivalidades personales pueden tener un impacto significativo en la dirección política del país. A medida que Sheinbaum asuma la presidencia, la forma en que maneje estas dinámicas internas será crucial no sólo para su administración, sino también para el futuro de MORENA como la fuerza dominante en la política mexicana.

En conclusión, mientras MORENA sigue consolidándose como el partido hegemónico en México, sus mayores desafíos no provendrán de una oposición externa debilitada, sino de sus propias filas. La habilidad de Claudia Sheinbaum para navegar estas aguas turbulentas determinará no sólo su legado, sino también la estabilidad y cohesión de MORENA en los años venideros.

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