La Cuarta Transformación no es solo un cambio de gobierno; es un cambio de era.

Por: La Palabra Política.

CDMX, 16 de agosto del 2024.

En el México contemporáneo, a más de cinco años del inicio de la Cuarta Transformación, aún persisten sectores de la población que se resisten a aceptar una realidad innegable: el país ha cambiado de manera profunda y decisiva. El viraje hacia la izquierda no es solo un fenómeno político, sino un reflejo de un cambio estructural en la psique y la voluntad popular. Desde que 36 millones de mexicanos decidieron en las urnas continuar con el proyecto iniciado por Andrés Manuel López Obrador, México se ha encaminado hacia una nueva etapa, una en la que el socialismo democrático marca la pauta en todos los ámbitos del poder.

La mayoría de los mexicanos votaron por tener un gobierno socialista en el país.

El gobierno actual, y el que se avecina con Claudia Sheinbaum Pardo como la primera presidenta de México, no es una mera continuación de administraciones pasadas. Es una transformación del sistema, una reconfiguración del poder que se aleja del neoliberalismo y la hegemonía de derecha que gobernó el país durante más de 80 años bajo las siglas del PRI y el PAN. Este cambio no es superficial; es una transición hacia un modelo de gobernanza que prioriza la justicia social, la igualdad y la inclusión, principios que son la esencia del socialismo democrático que ahora guía el rumbo del país.

Primera Presidenta Socialista de México, Claudia Sheinbaum Pardo.

Sin embargo, pese a la claridad con la que se ha manifestado la voluntad popular, hay sectores que se niegan a asimilar este cambio. Son grupos que aún se aferran a un pasado en el que la derecha neoliberal dominaba el escenario político y económico. Para ellos, aceptar que México ha elegido un camino diferente, uno que se aparta de las políticas que favorecían a unos cuantos en detrimento de las mayorías, es una tarea difícil. La resistencia no solo es ideológica, sino también psicológica: implica renunciar a un marco de referencia que durante décadas dictó las reglas del juego.

Ex presidente de México Felipe Calderón Hinojosa (PAN) y el ex presidente de México Enrique Peña Nieto (PRI).

La victoria de MORENA y de sus líderes políticos no es un accidente, ni una anomalía pasajera. Es el resultado de un descontento profundo con el modelo anterior, que no supo o no quiso atender las necesidades de la mayoría de los mexicanos. El nuevo gobierno, con Sheinbaum a la cabeza, representa una consolidación de este cambio. No es un experimento ni una fase transitoria; es la nueva realidad política de México. Un país donde los poderes Ejecutivo, Legislativo y próximamente el Judicial, están alineados bajo una visión de izquierda que busca transformar la estructura misma de la sociedad.

En este presente mexicano MORENA y sus líderes políticos son el partido hegemónico en todo el país.

Esta transformación, sin embargo, no será completa hasta que todos los sectores de la sociedad comprendan y acepten que México ya no es lo que era. La derecha, con sus políticas neoliberales, ha quedado atrás. El país ha elegido un camino diferente, uno que privilegia la justicia social y la participación activa de las mayorías en la toma de decisiones. Es hora de que la psique mexicana, en todas sus capas y estratos, se ajuste a esta nueva realidad.

Andrés Manuel López Obrador, le pone punto final a un gobierno derechista en México.

La resistencia a este cambio no solo es política, sino también cultural y social. Pero es una resistencia que, con el tiempo, se verá superada por la contundencia de los hechos. México ya no es el país del PRI ni del PAN. Es un país que ha optado por una forma de gobierno que, al menos en los próximos años, estará marcada por la izquierda social demócrata. La transformación es irreversible, y la aceptación de esta nueva realidad es el primer paso hacia la construcción de un futuro en el que todos, independientemente de su pasado ideológico, puedan contribuir al bienestar colectivo.

35,9 millones de votos mexicanos eligieron por los socialistas del país.

El desafío para los sectores que aún no comprenden o no aceptan este cambio es claro: deben adaptarse a una nueva realidad política en la que las reglas han cambiado y en la que la mayoría ha decidido. México ya no es lo que era, y esa es una verdad que, tarde o temprano, todos deberán aceptar. La Cuarta Transformación no es solo un cambio de gobierno; es un cambio de era, y en esta nueva era, el socialismo democrático ha llegado para quedarse.


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