Si los políticos siguen jugando a la política de siempre, la sociedad mexicana tomará su propio camino.
Por: La Palabra Política.
CDMX, 6 de febrero del 2025.
La política mexicana vive un momento de disonancia brutal con la sociedad. Mientras los actores políticos siguen enfrascados en discursos reciclados, culpas heredadas y estrategias de mercadotecnia electoral, la ciudadanía enfrenta una realidad cada vez más hostil: violencia desbordada, crisis económica, precariedad laboral, migración y un sistema de salud en terapia intensiva.
La paciencia de los mexicanos se agota, y el sistema político, lejos de ofrecer soluciones concretas, se refugia en la narrativa del pasado, justificando su ineficacia con fantasmas neoliberales o promesas de transformación que no se traducen en bienestar real.
Las redes sociales, el gran altavoz del siglo XXI, son el mejor termómetro del descontento social. Ahí, segundo a segundo, los ciudadanos desmienten, critican, exhiben y confrontan a los políticos que insisten en tratar a México como si fuera el mismo de hace veinte años. Lo que antes se resolvía con un mitin y un spot televisivo, hoy se enfrenta con tendencias virales, con protestas digitales y con la voz amplificada de una sociedad que ya no se deja engañar.

Entre Discursos y Realidad: Un País en Crisis.
El oficialismo sigue anclado en la narrativa de la culpa ajena. MORENA y el gobierno actual se excusan en el pasado: la corrupción del PRI, el neoliberalismo del PAN, el saqueo de sexenios anteriores. Y aunque los diagnósticos puedan ser ciertos en algunos casos, la realidad es que México no puede seguir gobernándose con un espejo retrovisor. Las soluciones no llegan y el tiempo de la justificación ya caducó.
Por otro lado, la oposición es un barco a la deriva. El PRI no puede hablar de renovación, cuando su dirigencia se aferra al poder con la misma lógica que tanto criticaron del pasado. El PAN sigue encerrado en sus dogmas, sin lograr conectar con el México de hoy. Movimiento Ciudadano grita mucho, pero construye poco, apostando más a su imagen mediática que a propuestas de fondo.
El problema es que ningún partido político ha entendido que la gente ya no quiere escuchar pleitos estériles, sino soluciones concretas. La polarización, la retórica de «fifís» contra «chairos», la narrativa de buenos contra malos, son juegos de políticos que ya no interesan a la ciudadanía.

El Hartazgo Social: La Marcha Silenciosa del Descontento.
En las calles, en los mercados, en los centros de trabajo, en el transporte público, el descontento es palpable. Lo sucedido en Sinaloa con las multitudinarias protestas ciudadanas, las marchas en defensa de la paz las manifestaciones en diversos estados por falta de medicamentos, seguridad y empleos dignos, son señales inequívocas de un México que no encuentra respuestas en sus gobernantes.
El tigre que Andrés Manuel López Obrador advirtió en 2018 parece estar despertando, pero no en la forma que él imaginó. No es un tigre partidista, no es de izquierda ni de derecha: es un tigre social, ciudadano, hastiado de que las élites políticas—de todos los colores—sigan viviendo en una burbuja alejada de la realidad nacional.
Porque mientras los políticos se acusan unos a otros, los mexicanos siguen enfrentando una crisis de inseguridad sin precedentes, hospitales sin medicamentos, trabajos mal pagados y una inflación que asfixia.

¿Hacia una Nueva Revolución Social?
Si el sistema político mexicano no se reinventa, si los partidos no dejan de mirarse el ombligo y entienden que el país demanda soluciones, no discursos, el riesgo de una ruptura social será cada vez más grande. La historia ha demostrado que las revoluciones no nacen de la ideología, sino del hambre, de la desesperación y del hartazgo.
En todo el país están surgiendo movimientos sociales que no responden a ningún partido político. Grupos ciudadanos que se organizan al margen de la política tradicional, que exigen soluciones y que han perdido la fe en las urnas como mecanismo de cambio.
Este no es un llamado al caos, pero sí una advertencia: si los políticos siguen jugando a la política de siempre, la sociedad mexicana tomará su propio camino.
Porque cuando el sistema se vuelve un obstáculo para el progreso, la gente encuentra la forma de romperlo. Y el México de hoy está más cerca que nunca de buscar su propia revolución, con o sin los políticos.