Política

Mario Delgado Carrillo: Silencio Férreo y Acción Estratégica Frente a la Tempestad de Críticas.

El Secretario de Educación está demostrando ser el pararrayos discreto que el gobierno requiere en momentos de tempestad.

Por: La Palabra Política.
CDMX, 13 de mayo del 2025.

Desde su arribo a la Secretaría de Educación Pública, el Maestro Mario Delgado Carrillo ha emergido como uno de los hombres más cercanos y leales al círculo de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Esa cercanía, más que un privilegio, se ha convertido en el motivo central de una campaña de desgaste desatada por una confluencia de opositores: medios afines al viejo poder neoliberal, analistas con vieja alcurnia y rivales internos en MORENA, deseosos de abrirse paso rumbo a 2030.

Mtro. Mario Delgado Carrillo Secretario de Educación del Gobierno de México.

La embestida mediática llegó con artículos, “investigaciones” y boletines en redes sociales que glosaban supuestas irregularidades —casi siempre triviales o directamente falsas— en el lanzamiento de los nuevos planes de estudio y en la contratación de personal docente. Se repitió el mismo guion: inventar “casos” para manchar la figura de quien encarna la transformación del sistema educativo.

Pero Mario Delgado ha respondido con una fórmula sencilla en apariencia, contundente en la praxis: callar, observar, escuchar y trabajar. Mientras los críticos alzan el tono, él se concentra en lo esencial: aterrizar la política educativa de la Presidenta, coordinar a las subsecretarías y armar un plan de modernización escolar que, en sólo unos meses, ya ha logrado acuerdos con sindicatos, universidades y organismos internacionales.

“La educación es el corazón del segundo piso de la Cuarta Transformación”.

Mtro. Mario Delgado Carrillo
Secretario de Educación del Gobierno de México

Lejos de distraerse en réplicas mediáticas, Delgado ha desplegado una serie de mesas de diálogo estatal para ejecutar el Programa Nacional de Infraestructura Escolar; ha impulsado la digitalización de contenidos y la formación de 50 mil nuevos docentes en metodologías críticas; y ha blindado el presupuesto de las escuelas de tiempo completo. Cada acción responde a un mandato claro: llevar la Cuarta Transformación al aula.

En el tablero de la política, Mario Delgado entiende que el mejor blindaje contra las calumnias es el resultado. Por ello, mientras las “hordas neoliberales” y los “oligarcas de la duda” buscan distraer, él consolida convenios con la UNESCO y la OCDE para llevar a México a las primeras posiciones en alfabetización digital.

La verdadera trama de fondo no es sólo la pugna de medios, sino la disputa interna por el poder que ya perfila al próximo sexenio. Y en esa batalla soterrada, Delgado se ha vuelto figura incómoda: reúne las virtudes de quien construye con lealtad, no con oportunismo; de quien no quiebra la coherencia por un titular.

Hoy, el Secretario de Educación no sólo enfrenta críticas lip Service sino manos internas que buscan debilitar cualquier figura con la fuerza suficiente para heredar —o incluso disputar— la sucesión presidencial. Pero él avanza. Su estrategia de contención y enfoque en resultados es prueba de que la política educativa no se improvisa, sino que se construye con tenacidad: una obra silenciosa, día a día, en aulas, juntas de vecinos y con el magisterio.

Al apagar el ruido mediático con avances concretos —cada escuela remodelada, cada joven con acceso a internet y cada docente mejor preparado— Mario Delgado Carrillo está demostrando ser el pararrayos discreto que el gobierno requiere en momentos de tempestad. Porque sabe que, en la política como en la educación, la única forma de derrotar la desinformación es con la luz de los hechos.

Cuando los ecos de la campaña actual se desvanezcan, el saldo de su gestión quedará inscrito en la experiencia escolar de millones de niñas y niños; en la confianza de las familias y en la formación de futuros ciudadanos críticos. Y entonces, aquellos que hoy intentan golpear su figura sabrán que no contaban con la piedra angular del proyecto presidencial: un servidor público que, en lugar de despilfarrar palabras, invierte cada minuto en construir el futuro.





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