La Presidenta de MORENA puede convertirse en el parteaguas que falta.
Por: La Palabra Política.
CDMX, 6 de mayo del 2025.
En una misiva que ha sacudido los cimientos de Morena, su Presidenta nacional, Luisa María Alcalde Luján, no se guardó nada: exigió a sus correligionarios —gobernadores, alcaldes, legisladores y secretarios de Estado— que regresen al principio fundacional del movimiento: El gobierno es para servir, no para servirse.

Las imágenes hablan por sí mismas: SUV blindadas, escoltas, relojes suntuosos y vestuario de diseñador. Es el mismo aquelarre de ostentación que Andrés Manuel López Obrador —fundador moral de Morena— combatió desde la palestra: El poder mareó a quienes juraron cambiar las cosas, ha reconoció Alcalde Luján. Aquellos vestidos para el lujo neoliberal han invadido hoy incluso las filas del partido que se estrenó predicando austeridad.
El regaño público de la dirigente retumba con dos mensajes indispensables: primero, que ningún cargo —por pequeño que sea— justifica la renuncia al ejemplo. Segundo, que las banderas éticas de Morena perderán todo valor si sus portavoces adoptan los mismos vicios de la vieja política.

En su carta, Alcalde Luján recordó que el voto ciudadano, en 2018, fue un grito contra la opacidad y el despilfarro. Morena ganó poder gracias a la promesa de un ejercicio gubernamental “humilde, austero y cercano al pueblo”. Hoy, sin embargo, los lujos en la nómina pública parecen susurrar: “Otro partido, mismos privilegios”.
¿La autoevidente paradoja? Haberse hecho fuertes con un ideal que ahora corroe las entrañas de su propia militancia. Por eso la Presidenta de Morena alzó la mano y trazó un límite claro: quien no renuncie a las cuotas de privilegio, está rompiendo el pacto moral que llevó al poder a todo un país.

Este llamado de atención debe ser más que un gesto simbólico. Requiere revisiones presupuestales drásticas, códigos de ética enforceables y mecanismos de rendición de cuentas que impidan que los puestos públicos se conviertan en boutiques de vanidad. Sólo así Morena podrá recomponer su identidad original y recuperar la confianza de millones que, hace seis años, creyeron que era posible un gobierno distinto.

En tiempos en que la política se desgasta con escándalos y simulaciones, la contundencia de Luisa Alcalde Luján puede convertirse en el parteaguas que falta. Si de verdad Morena quiere dejar atrás el fantasma de la corrupción ajena y no convertirse en cómplice de sus propios excesos, deberá escuchar este regaño con humildad y actuar con la misma firmeza con que se pronunció. Porque, al final, el poder no sólo mareó a unos cuantos; está en riesgo de hundir al proyecto entero.