El País
Adriana Zazueta tardó años en hacer de su negocio una operación redituable. Su restaurante de pollos al carbón estaba ubicado en el Paseo de la Reforma, el equivalente a los Campos Elíseos de la capital mexicana, y un poderoso centro económico que reúne empleados de empresas nacionales y transnacionales. Tardó más de dos años en construir una reputación como una opción saludable, sabrosa y rápida para la hora de la comida y convertirse en un favorito de oficinistas en la zona. Caminando desde los camellones de la avenida, era imposible pasar de vista Don Pollo. El local tenía tres pisos, un elevador y un letrero amarillo con naranja que invitaba a los transeúntes con promociones y fotografías de jugosos tacos, guacamole y frijoles refritos.
“Yo vivía de eso, y la pandemia llevó mis ingresos a cero, nada”, dice la empresaria de 48 años, “pero, la verdad, es que mi negocio empezó a caer desde 2019″.