En el horizonte se vislumbran años de enfrentamiento político, de ajustes de cuentas internos y de una lucha.

Por: La Palabra Política.

CDMX, 13 de noviembre del 2024.

La llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia no solo marca un hito histórico para México como la primera mujer en asumir este cargo, sino también inicia una etapa de redefinición en MORENA. Como partido en el poder, MORENA enfrenta una intrincada red de grupos internos, conocidos como “tribus”, que no solo buscan preservar su espacio en la estructura política, sino también consolidarse para las futuras batallas que definirán el rumbo del país. En medio de la retórica de unidad, paz y cohesión que promueve la presidenta, el discurso de la «Construcción del Segundo Piso de la Cuarta Transformación» tiene un eco que, para muchos, es más complejo y cargado de doble intención.

Claudia Sheinbaum Pardo Presidenta de México, los tiempos de paz y tranquilidad están por terminar.

Un Discurso de Unidad en Tiempos de Fragmentación.

Sheinbaum ha enfocado su mensaje a los militantes de MORENA y a los ciudadanos en torno a la estabilidad y al trabajo conjunto. Su narrativa gira en torno a un ideal de paz y unidad interna, un pacto que, en teoría, mantendría el proyecto de la Cuarta Transformación en una línea de continuidad y fortalecimiento. Sin embargo, para el electorado —que ha aprendido a decodificar el lenguaje político— el discurso se percibe como una estrategia calculada para apaciguar a las facciones internas y sostener el equilibrio del poder.

La estrategia es clara: proyectar una imagen de cohesión que disimule las tensiones internas. Sin embargo, detrás de la cortina, se vislumbran claramente los movimientos de quienes buscan redefinir el equilibrio en MORENA. Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, quienes participaron en la contienda interna por la presidencia, continúan siendo figuras relevantes, no solo por sus puestos en el gobierno, sino también por los seguidores leales que aún conservan. Estas figuras representan corrientes que no han desaparecido y que, en el silencio, están redefiniendo sus estrategias para mantener o expandir su influencia en los próximos años.

Marcelo Ebrard, Adán Augusto y Ricardo Monreal.

Los Movimientos Estratégicos: Recursos y Poder en Puestos Clave.

Los grupos políticos que orbitan alrededor de Ebrard, Adán Augusto y Monreal no han abandonado sus ambiciones. A pesar de la aparente calma, estos liderazgos han utilizado sus posiciones en el gobierno como centros de influencia para reorganizarse y fortalecer sus estructuras. Aprovechando puestos clave, no solo administran recursos, sino que también emplean su poder para crear redes de lealtad, tanto en el ámbito local como federal.

Con una visión de largo plazo, estos grupos han comenzado a marcar terreno para las futuras elecciones, conscientes de que la consolidación de sus intereses en municipios, alcaldías y congresos locales y federales es esencial para mantener una base política sólida. La meta no es solo posicionar a sus aliados en cargos públicos, sino también cimentar un respaldo estratégico que les permita competir nuevamente en 2030. La lucha por la “silla de Palacio Nacional” continúa en sus agendas, y el reloj político, que avanza rápidamente, no deja margen para la pasividad.

La batalla por el poder aún continua al interior de MORENA.

La Doble Batalla de Claudia Sheinbaum.

Para la presidenta, el reto es doble: liderar el país en un periodo de construcción y, al mismo tiempo, contener a los grupos que buscan debilitar su influencia. En un panorama político en el que MORENA tiene el control absoluto, Sheinbaum se enfrenta a un enemigo que no es la oposición tradicional, sino los mismos actores que, bajo el estandarte de la Cuarta Transformación, aspiran a expandir su propio poder.

Los movimientos de estos grupos se han activado y, aunque algunos se esconden bajo la máscara de la lealtad, su objetivo final es posicionarse estratégicamente en el sistema político para mantener y aumentar su influencia. La táctica es clara: jugar el rol de aliados en la construcción del proyecto nacional mientras, en la sombra, preparan una estrategia para enfrentar a la presidenta en el futuro. Con una narrativa bien cuidada, Sheinbaum apela a la unidad, pero los grupos de Adán Augusto, Monreal y Ebrard saben que esta puede ser una fachada momentánea, una herramienta de manipulación que solo se mantendrá hasta que el poder absoluto lo requiera.

La Pregunta del Futuro: Innovar para la Sostenibilidad o Fragmentarse.

MORENA tiene dos caminos. Por un lado, la construcción de un verdadero pacto de unidad que dé fuerza al proyecto de Sheinbaum, a su discurso y a sus ideales de continuidad y paz en el país. Por el otro, la posibilidad de que estos grupos desestabilicen al partido desde dentro, dividiendo y debilitando su poder con miras a ganar la carrera hacia el futuro. México es un país que ha aprendido de la historia, y la memoria del electorado es una advertencia implícita para MORENA: los ciudadanos son quienes quitan y ponen, quienes recompensan o castigan en las urnas.

Las “tribus” de MORENA están en un proceso de redefinición, adaptándose a los cambios, explorando nuevas formas de influencia, y si la presidenta no logra contener estas tensiones, su liderazgo podría convertirse en blanco de una lucha interna que frene el proyecto de la Cuarta Transformación. Aunque Sheinbaum busca construir un camino de estabilidad, su verdadera prueba será sostener esa unidad en medio de la ambición de los grupos que, desde dentro, no solo buscan el control inmediato, sino también la promesa de mayor poder en el futuro.

En el horizonte se vislumbran años de enfrentamiento político, de ajustes de cuentas internos y de una lucha por el control que definirá el futuro de MORENA y del país. El discurso de unidad puede ser una herramienta poderosa, pero, sin acciones que respalden esa retórica, la “nube” de poder absoluto que rodea al partido puede volverse un terreno fértil para la discordia. El destino de MORENA y la continuidad del proyecto que enarboló López Obrador dependen ahora de la habilidad de Claudia Sheinbaum para liderar en un escenario donde el poder es, a la vez, su mayor aliado y su principal adversario.

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