Política

La oposición mexicana está muerta: el PRI, PAN y MC perdieron la calle y el alma.

Mientras MORENA avanza con errores y todo, la derecha mexicana sigue anestesiada, sin pueblo, sin calle y sin rumbo.

Por: La Palabra Política.
CDMX, 20 de octubre del 2025.

La oposición mexicana está muerta. No en el sentido figurado de la palabra, sino políticamente enterrada bajo toneladas de comodidad, privilegios y flojera. El PRI, el PAN y Movimiento Ciudadano se convirtieron en partidos de oficina, en instituciones de marketing político, en coros de quejas digitales que gritan en X (antes Twitter), pero callan en las calles. Hoy la derecha mexicana vive anestesiada, sin músculo, sin alma, sin pueblo.

Durante años, la oposición ha esperado que MORENA se caiga sola. Pero el tiempo pasa, el poder se consolida y los errores del gobierno no se traducen en votos opositores. ¿Por qué? Porque el mexicano común, el que madruga, el que trabaja y sufre la inseguridad, ya no ve en ellos esperanza. Ve lo mismo de siempre: políticos que viven del discurso, no de los hechos.

Del liderazgo a la flojera política.

El PRI, el PAN y MC dejaron de caminar el país. Ya no recorren mercados, ya no tocan puertas, ya no sienten el pulso ciudadano. Prefieren los foros, las conferencias, los podcasts, las redes. Les gusta hablar de “estrategias” desde sus escritorios con aire acondicionado, mientras MORENA, a pesar de sus errores, sigue llenando plazas, sigue moviendo masas, sigue conectando con la gente que vota.

Los opositores hoy se comportan como influencers frustrados. Suben videos, hacen “lives”, critican al gobierno desde la comodidad de sus oficinas, pero no se atreven a ensuciarse los zapatos en territorio. Son una oposición de hashtags, no de causas.

El confort del fracaso.

Cada partido está hundido en su zona de confort.
El PRI vive de sus migajas de poder local; el PAN, atrapado entre la tibieza y la nostalgia del pasado; y MC, jugando a ser “la nueva política”, pero sin ofrecer una alternativa real. Todos, absolutamente todos, pelean por cuotas, no por causas. Luchan por conservar privilegios, no por recuperar la confianza del pueblo.

El problema de fondo es brutal: ya no les interesa ganar México, les basta con seguir cobrando México.
Mientras MORENA usa el discurso del pueblo para mantenerse fuerte, los opositores usan el discurso del enojo para justificar su mediocridad.

El pueblo se fue… y no piensa regresar.

El ciudadano común ya no cree en ellos. Los ve como parte del mismo sistema que ahora critican. Los que antes callaron los abusos hoy se presentan como defensores de la democracia. Pero la gente tiene memoria.
El mexicano ya entendió que la oposición no quiere cambiar al país, solo quiere volver a manejarlo.

Por eso, mientras MORENA reparte programas sociales, promete bienestar y mantiene el control del discurso, la oposición se dedica a esperar el error, la caída, el escándalo… sin ofrecer una alternativa de futuro.

El silencio de los que se dicen valientes.

La oposición mexicana perdió la calle, la narrativa y el alma.
MORENA sigue ganando elecciones, no por sus aciertos, sino por la incapacidad de sus rivales.
Los partidos opositores olvidaron algo básico: el poder no se pide, se conquista. Y la conquista se hace en la calle, con la gente, no en los cafés de Polanco ni en los foros de hotel.

Si no despiertan pronto, si no rompen con la simulación, si no se ensucian los zapatos en territorio, el guinda seguirá siendo el color del poder por muchos años más.

Porque hoy, guste o no, la verdadera oposición en México no está en el PRI, el PAN o MC… sino en el silencio del pueblo que ya no cree en nadie.

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