Trump lo dijo y lo está cumpliendo: el exterminio del narcoterrorismo no es negociable.
Por: La Palabra Política.
CDMX, 14 de agosto del 2025.
Entre susurros y gritos, entre rumores que parecían humo y titulares que eran fuego, se tejió una verdad incómoda: la colusión entre el crimen organizado y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Durante años fue materia de columnas discretas, reportajes velados y conversaciones de café. Pero esa verdad, que corría como un río subterráneo, acabó emergiendo a la superficie por una voz inesperada: la del gobierno de Estados Unidos.

La llegada de Donald J. Trump a la Casa Blanca fue, para muchos, un espectáculo mediático. Para el gobierno de MORENA, significó algo mucho más oscuro: un anuncio de tormenta. Desde el primer día, Trump fijó en su agenda una misión que sonaba imposible pero que él repetía con la seguridad de quien está dispuesto a cruzar cualquier frontera: exterminar al crimen organizado, al que él mismo bautizó como narcoterrorismo.

En Palacio Nacional creyeron, quizás con arrogancia, que todo quedaría en la retórica incendiaria de un presidente acostumbrado a los reflectores. Que sus palabras serían solo eso: palabras. Pero Trump nunca ha sido un hombre que se quede en el discurso. Su estilo es el de quien lanza una frase y luego la convierte en orden, y una orden, en acción.

Hoy, México atraviesa uno de los capítulos más tensos de su historia reciente. El crimen organizado ya no es un huésped indeseable: es un socio activo, político y empresarial. Sus raíces son tan profundas que se entrelazan con las del propio poder. Y ahí, justo ahí, es donde Washington decidió abrir la tierra con bisturí.

Lo que comenzó como advertencia se ha convertido en intervención. Silenciosa, quirúrgica, pero intervención al fin. Drones que sobrevuelan sin anunciarse, grupos de élite que trabajan con sigilo, operaciones invisibles a los ojos del ciudadano común pero perfectamente detectables para quienes viven de la política y el poder. Estados Unidos no pidió permiso. No lo necesita.

En el discurso oficial mexicano, nada de esto sucede. Las mañaneras se llenan de desmentidos, de frases ensayadas, de negaciones que ya no tienen el peso de antes. Las palabras han perdido su efecto hipnótico. Hoy, la realidad se impone sobre el guion, y la credibilidad se inclina hacia el norte.

Trump lo dijo y lo está cumpliendo: el exterminio del narcoterrorismo no es negociable. La operación está en marcha, y el miedo ya se siente en las cúpulas del poder mexicano. Temor a que los expedientes que guardan en Washington, con nombres, fechas y cifras, vean la luz. Miedo a que las alianzas invisibles queden expuestas ante el mundo.

La guerra ya comenzó. No con buques ni tanques, sino con la paciencia y precisión de un depredador que acecha en silencio. Es la guerra de la sombra, del sigilo y de la inteligencia. Una guerra que se libra mientras en Palacio Nacional juran que no existe.
Pero los mexicanos ya no escuchan solo esa voz. Porque hoy, para bien o para mal, la Casa Blanca habla más fuerte que el atril de “Las Mañaneras del Pueblo”.


