Política

La Guerra de los Grupos contra la Presidenta Claudia Sheinbaum.

Claudia Sheinbaum está librando una guerra que no pidió, pero que ya no puede evitar.

Por: La Palabra Política.
CDMX, 23 de abril del 2025.

La arena política al interior de MORENA está viviendo un momento crucial y profundamente revelador: el inicio del sexenio de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha evidenciado, sin máscaras ni simulaciones, una fractura interna que se venía gestando desde hace tiempo dentro de Morena. Hoy, ese conflicto ya no es una especulación. Es una realidad que ha estallado sin disimulo, en múltiples frentes, y que tiene como blanco directo el corazón del poder presidencial.

Ha comenzado la lucha interna en MORENA, el poder por el poder.

Ya no es una disputa silenciosa ni una guerra fría. Los grupos fácticos dentro de Morena han asomado la cabeza, han mostrado el músculo y han comenzado a operar con una intensidad que sólo puede entenderse como una declaración de guerra política contra la Presidenta Sheinbaum y su proyecto de gobierno. La lucha no es por principios, ni por ideología, ni siquiera por una visión distinta del país. La lucha es por el poder. Por el poder crudo, sin filtros, sin matices. Por posiciones. Por cuotas. Por territorio.

Uno de los síntomas más evidentes de esta guerra interna se materializó en el reciente embate de un grupo de diputados morenistas que exigieron abiertamente la renuncia de Ariadna Montiel Reyes, secretaria del Bienestar, una de las funcionarias más cercanas al obradorismo histórico y parte medular del andamiaje social del actual gobierno. El mensaje fue claro: si pueden atacar a una figura clave del gabinete presidencial desde dentro del mismo partido, pueden atacar cualquier otra estructura que consideren obstáculo para sus fines.

Este embate no es aislado. Se conecta con la batalla que se libra también en el Senado, donde los bloques internos —lejos de alinearse al liderazgo presidencial— están jugando sus propias cartas, defendiendo sus propios intereses y operando con una lógica de facciones, no de partido. La desarticulación institucional en el Congreso no es obra de la oposición tradicional; es una obra interna, fabricada en las entrañas de Morena por grupos que ven en la dispersión del poder una oportunidad para negociar, condicionar y debilitar.

Los estados también se han convertido en campos de batalla. Veracruz y Tabasco son los casos más evidentes. En Veracruz, la gobernadora Rocío Nahle ha tenido que cerrar filas con la Presidenta Sheinbaum ante una embestida de fuego cruzado que intenta deslegitimarla antes de consolidar su proyecto de gobierno. En Tabasco, el gobernador Javier May enfrenta una campaña de desestabilización que no viene del PRI, ni del PAN, ni de Movimiento Ciudadano. Viene de dentro. Viene de Morena. De los que hoy se han convertido en enemigos internos del propio movimiento.

Los grupos internos en MORENA, hoy viven hipocresía y simulación en su actuar político.

El origen de esta fractura es claro: Claudia Sheinbaum no es una improvisación ni una figura decorativa. Es una mujer con proyecto, con visión técnica, con liderazgo firme. No es manipulable. Y eso molesta. Porque hay quienes en Morena no querían una Presidenta que pensara con cabeza propia, que no respondiera a cuotas ni presiones, que no fuera funcional a los intereses de las cúpulas políticas disfrazadas de “bases”.

El obradorismo genuino, el de la Cuarta Transformación que se construyó en la calle, desde abajo, con convicción y con principios, está siendo asediado por una nueva élite que usa los símbolos del movimiento, pero juega con reglas del viejo régimen: simulación, oportunismo y traición. No se trata de diferencias legítimas dentro de un partido amplio. Se trata de una ofensiva sistemática para capturar las estructuras de poder que Sheinbaum intenta gobernar con institucionalidad.

En el juego del ajedrez político en MORENA, empezó el ataque a los movimientos de la Presidenta de México.

Hoy, los grupos de poder dentro de Morena han dejado claro que no están dispuestos a esperar. Quieren posicionarse ya. Quieren definir candidaturas intermedias, negociar futuras gubernaturas y alcaldias, decidir las listas plurinominales, controlar las estructuras del partido y condicionar cada decisión del Ejecutivo. El gobierno de la Presidenta Sheinbaum apenas arranca, pero la guerra por su control ya comenzó.

La pregunta es: ¿podrá la Presidenta contener esta rebelión interna sin romper el equilibrio que le dio legitimidad en las urnas? ¿Tendrá Morena la madurez para entender que sin unidad, la transformación puede ser traicionada desde dentro? ¿O será esta guerra de facciones el inicio del desgaste que termine por fracturar el proyecto político más ambicioso en décadas?

En política, como en la historia, los enemigos más peligrosos no son los que están afuera. Son los que conocen tus debilidades, los que caminan contigo, los que usan tus mismas banderas. Y esos enemigos hoy tienen nombre, rostro y poder dentro de Morena.

La Presidenta Claudia Sheinbaum está librando una guerra que no pidió, pero que ya no puede evitar. Su desafío no será sólo transformar al país. Será sobrevivir a la guerra intestina que se está librando dentro de su propio partido. Una guerra por el alma de la Cuarta Transformación.

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