El acelerado reacomodo de fuerzas dentro de MORENA.

Por: La Palabra Política.

CDMX, 5 de diciembre del 2024.

MORENA, el partido que en menos de una década consolidó un proyecto político transformador en México, enfrenta un fenómeno que, aunque predecible, puede convertirse en una tormenta perfecta: la aceleración de las luchas internas por el poder. A un mes y semanas de iniciada la presidencia de Claudia Sheinbaum Pardo, los grupos políticos que coexisten en el partido han comenzado a mover sus piezas estratégicas, pensando no solo en el presente, sino en el futuro de la sucesión presidencial de 2030.

Se aceleran los tiempos políticos internos dentro de MORENA rumbo al 2030.

La paradoja del éxito: de la cohesión al fraccionamiento.

El triunfo de la Cuarta Transformación bajo Andrés Manuel López Obrador cimentó a MORENA como la fuerza política dominante en el país. Sin embargo, con el poder también llegó la fragmentación. La diversidad de liderazgos que coexisten dentro del partido es, por un lado, una muestra de su capacidad de aglutinar diferentes corrientes ideológicas; pero, por otro, representa un desafío para mantener la unidad frente a los intereses personales y de grupo.

Los actores clave, como Adán Augusto López Hernández, Ricardo Monreal Ávila, Gerardo Fernández Noroña y Marcelo Ebrard, han comenzado a tejer sus propias redes de influencia. Cada uno busca posicionar a sus aliados en espacios estratégicos, desde diputaciones locales y federales hasta gobiernos estatales y posiciones dentro del propio gabinete federal. Esta dinámica, lejos de ser nueva, se ha intensificado con la llegada de Claudia Sheinbaum, quien enfrenta el reto de mantener el control de un partido que ya muestra signos de fragmentación.

Los grupos al interior de MORENA, se encuentran bien marcados y alineados.

Los tiempos políticos y la sucesión del 2030.

El calendario electoral de 2024, que incluye la renovación del Congreso y varias gubernaturas, se ha convertido en el primer campo de batalla para los grupos internos de MORENA. Estas elecciones intermedias no solo definirán la correlación de fuerzas en el Congreso, sino que también sentarán las bases para la construcción de poder de cara al 2030.

  • Adán Augusto López Hernández: Su fuerza radica en tener el control de la bancada de MORENA el Senado de la República y en su influencia con la mayoría de los Senadores. Ha trabajado para consolidar alianzas en estados clave, y su capacidad de negociación podría posicionarlo como un árbitro dentro del partido.
  • Ricardo Monreal Ávila: Aunque su relación con la base de MORENA ha sido compleja, Monreal ha demostrado ser un operador político eficaz. Su experiencia legislativa y su habilidad para construir puentes lo convierten en un actor que no puede ser subestimado.
  • Gerardo Fernández Noroña: Su estilo combativo le ha ganado una base leal, aunque no necesariamente amplia. Fernández Noroña busca capitalizar su imagen como defensor de las causas populares, presentándose como una alternativa a los liderazgos más institucionales.
  • Marcelo Ebrard Casaubón: Aunque en las elecciones internas quedó en un lugar secundario, Ebrard sigue siendo un actor relevante. Su enfoque tecnocrático y su experiencia internacional lo convierten en un perfil atractivo para sectores moderados y pragmáticos.
Los grupos internos de MORENA, empiezan a renovarse, a consolidar sus grupos nuevamente para empezar su camino rumbo al 2030.

Claudia Sheinbaum: entre la gobernabilidad y el control partidista.

La presidenta Sheinbaum Pardo enfrenta un reto monumental. No solo debe liderar el país y consolidar los proyectos emblemáticos de la Cuarta Transformación, sino también mantener la cohesión de un partido que comienza a mostrar fisuras.

Aunque Sheinbaum cuenta con el respaldo del aparato partidista y de los liderazgos más cercanos al lopezobradorismo, su margen de maniobra puede reducirse si no logra contener las ambiciones de los grupos internos. La tentación de algunos actores de adelantarse a los tiempos puede provocar divisiones que, aunque controlables en el corto plazo, podrían debilitar a MORENA en el mediano y largo plazo.

Claudia Sheinbaum Pardo Presidenta de México.

¿Un augurio de fractura?

El riesgo para MORENA no radica únicamente en la lucha interna, sino en la percepción pública de la misma. Las pugnas internas pueden ser vistas como un alejamiento de los principios que dieron origen al movimiento: la unidad, la honestidad y el servicio al pueblo. Si los liderazgos no logran resolver sus diferencias de manera interna y ordenada, el partido podría enfrentar una crisis de credibilidad que abriría espacio para que la oposición recupere terreno en 2030.

MORENA entre la unidad y la fractura.

El futuro de la Cuarta Transformación: lecciones de la historia.

La historia política de México ha demostrado que los partidos en el poder tienden a fracturarse cuando las ambiciones individuales prevalecen sobre los proyectos colectivos. MORENA, como heredero del lopezobradorismo, tiene la oportunidad de evitar este destino, pero ello requerirá un liderazgo firme y una visión estratégica que trascienda los intereses inmediatos.

Claudia Sheinbaum Pardo, como la principal figura del movimiento, deberá asumir un papel de mediadora y visionaria, asegurándose de que la Cuarta Transformación no solo sobreviva a su gobierno, sino que también evolucione hacia un proyecto político más amplio e inclusivo.

Hoy la Presidenta de México Claudia Sheinbaum Pardo es el agente número uno de MORENA.

MORENA en la encrucijada.

El acelerado reacomodo de fuerzas dentro de MORENA es un síntoma de su éxito, pero también una advertencia de los riesgos que enfrenta. Si el partido no logra manejar estas dinámicas internas con prudencia y estrategia, podría comprometer su hegemonía en el futuro cercano.

La pregunta no es si habrá pugnas internas, sino cómo se resolverán. El reto para Claudia Sheinbaum y los líderes de MORENA será garantizar que estas luchas no destruyan la base del movimiento, sino que fortalezcan su capacidad de adaptarse y crecer en un contexto político cada vez más competitivo.

Rumbo al 2030, MORENA tiene en sus manos la oportunidad de consolidarse como un partido histórico. Pero, como bien dice el refrán, «el enemigo más peligroso siempre está en casa».

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