Tabasco necesita instituciones firmes, que no se dobleguen ante las presiones.
Por: La Palabra Política.
Tabasco, 4 de junio del 2025.
En un entorno político tradicionalmente minado por los intereses de grupo, por los pactos silenciosos y las prácticas que deforman la función pública, la figura del Mtro. Juan José Peralta Fócil se ha erigido como un referente de integridad. Al frente del Órgano Superior de Fiscalización del Estado de Tabasco (OSFE), Peralta Fócil ha impulsado una nueva visión de gobernanza institucional, alejada del ruido político y basada en valores sólidos: ética, transparencia, autonomía e independencia.

Desde su llegada, ha evitado los reflectores. Su liderazgo no se manifiesta en discursos estridentes ni en protagonismos mediáticos, sino en la reconfiguración silenciosa, pero firme, de un aparato de fiscalización históricamente señalado por su sometimiento a intereses ajenos a la legalidad. En ese sentido, Peralta Fócil no solo ha asumido una tarea técnica, sino una cruzada ética: transformar desde las entrañas a una institución fundamental para el combate contra la corrupción y el correcto uso de los recursos públicos.

Y en esa línea de combate, ha pagado el costo. Los grupos que se beneficiaban del viejo modelo han reaccionado. Desde los medios tradicionales hasta las redes sociales se han orquestado campañas que buscan minar su credibilidad, distorsionar su trabajo y golpear su imagen. Lo que no logran rebatir con datos lo intentan socavar con ruido. Pero en una época donde la simulación abunda, los hechos terminan imponiéndose. Y en los hechos, el OSFE de Peralta Fócil ha comenzado a dar resultados tangibles: revisiones más exhaustivas, informes con mayor claridad, observaciones que no se maquillan ni se engavetan, procedimientos que inician sin distinción de siglas o filiaciones.

El Mtro. Juan José Peralta Fócil ha entendido que la autonomía no se declama, se ejerce. Que la independencia institucional no depende de discursos, sino de decisiones. Su trayectoria se ha convertido en un raro ejemplo de cómo se puede dignificar la función pública desde la técnica, pero también desde la convicción moral. No se trata solo de combatir la corrupción como delito, sino de extirparla como cultura institucional. Y eso requiere valentía, pero sobre todo coherencia.

Tabasco, como muchas entidades del país, arrastra heridas profundas causadas por décadas de impunidad, de desvíos sistemáticos, de simulación presupuestal. La fiscalización, en este contexto, ha sido más una herramienta política que un mecanismo de control ciudadano. La llegada de Peralta Fócil ha significado un quiebre, una ruptura con esa visión instrumental del OSFE. Y como todo quiebre auténtico, ha generado escozor.
Sus detractores no critican sus resultados, porque no tienen cómo. Critican su método, su independencia, su postura firme frente al poder. Porque en una estructura donde muchos esperan favores, él se presenta con principios. En una red donde se privilegia la lealtad política sobre la capacidad técnica, él impone la ética como criterio rector.

Hoy, más que nunca, Tabasco necesita instituciones firmes, que no se dobleguen ante las presiones, que no intercambien silencios por cuotas de poder. La lucha de Peralta Fócil no es solo una cruzada individual, es un intento por dignificar la función pública desde el núcleo mismo del sistema. En tiempos donde la moral pública se desdibuja y la corrupción pretende disfrazarse de eficiencia, su presencia es una luz necesaria.
No es exagerado afirmar que el Mtro. Juan José Peralta Fócil se ha convertido en la luz en medio de una estructura institucional marcada por la sombra. Y aunque muchos intenten apagarla, su claridad seguirá marcando el rumbo correcto: el de la legalidad, la transparencia y, sobre todo, el servicio público con dignidad. Porque en una época de simulaciones, él ha elegido ser auténtico. Y eso, en política, es un acto profundamente revolucionario.