Política

Huracán Otis: lo que hay que saber


The New York Times en Español
La tormenta fue una de las más poderosas que han azotado la costa suroeste de México, pero el jueves aún no estaba claro el alcance de la destrucción en Acapulco y sus alrededores.
Por Zolan Kanno-Youngs, Emiliano Rodríguez Mega y Elda Cantú
Zolan Kanno-Youngs y Elda Cantú reportaron desde Ciudad de México. Emiliano Rodríguez Mega reportó desde las afueras de Acapulco.
26 de octubre de 2023
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Más de dos decenas de personas murieron y tres desaparecieron después de que el huracán más poderoso en golpear la costa del Pacífico de México convirtiera a un popular destino turístico en una escena de devastación masiva, conmocionando a los pronosticadores del tiempo y a los funcionarios del gobierno con su intensidad.
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La magnitud de la tragedia empezó a ser clara el jueves por la mañana, cuando miles de militares, equipos médicos y funcionarios del gobierno se enfrentaron a un devastado estado de Guerrero, gran parte del cual quedó en buena medida aislado del mundo después de que el huracán Otis tocara tierra en la madrugada del miércoles.
“Lamentamos mucho la pérdida, como aquí se informó, de 27 seres humanos”, dijo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, el jueves durante su conferencia de prensa diaria en Ciudad de México tras realizar una breve visita a la zona del desastre. “Eso es lo que más duele, porque lo material se puede atender y lo vamos a hacer con mucha responsabilidad”.

Todavía era difícil determinar el alcance de los daños causados por el huracán porque el acceso a la región era difícil y las comunicaciones seguían en gran parte cortadas. El huracán golpeó sin apenas avisar, tras crecer con asombrosa rapidez desde tormenta tropical hasta huracán de categoría 5 con vientos sostenidos de 265 kilómetros por hora cuando tocó tierra.
Las autoridades estaban especialmente preocupadas por Acapulco, una ciudad portuaria de más de 852.000 habitantes en la costa del Pacífico que se encontraba en la trayectoria directa de Otis. Acapulco, la ciudad más grande del estado de Guerrero, era la anfitriona de una convención internacional de la industria minera cuando llegó la tormenta. Además, muchos hoteles estaban repletos de turistas.
Fotografías y videos mostraban habitaciones de hotel destrozadas, puertas arrancadas de las bisagras y muebles esparcidos por las calles de la ciudad.


Turistas asustados se escondieron en sus hoteles el miércoles por la noche mientras el huracán derrumbaba techos y rompía ventanas. Aproximadamente el 80 por ciento de los hoteles de Acapulco habían sufrido daños por la tormenta, según Evelyn Salgado Pineda, gobernadora de Guerrero.

Los vientos arrancaron del suelo árboles y todos los postes de servicios públicos de la ciudad, dijo López Obrador, quien añadió que Acapulco seguía sin electricidad, comunicaciones ni agua. Las playas que antes atraían a visitantes de todo el mundo estaban ahora cubiertas de montañas de escombros. Muchas calles se convirtieron en ríos de lodo. Más de 200 pacientes tuvieron que ser trasladados de los hospitales dañados, dijo Rosa Icela Rodríguez, secretaria nacional de Seguridad y Protección Ciudadana.
El jueves, en las afueras de Acapulco, se podía ver a los residentes transportando artículos de primera necesidad —bolsas de comida, papel higiénico y colchones— por las calles enlodadas. Algunos conducían vehículos con el parabrisas destrozado y pasaban por delante de casas sin techo. Una camioneta sin parabrisas transportaba a 15 personas a las afueras de Acapulco. Los padres pasaban junto a los automóviles batallando para moverse entre el lodo mientras con paraguas protegían a sus hijos del sol.
Personas empapadas en sudor caminaban por las calles sosteniendo empaques de botellas de agua. Euler Adame, empleado de la Secretaría de Salud de Guerrero, intentaba maniobrar entre el tráfico en su camioneta que llevaba una inscripción que decía que llevaba medicinas para “todos los niños de Guerrero”.
Miguel Ángel Vorantes, taxista de 58 años, dijo que las calles que conducen a su casa en una ladera de Acapulco estaban completamente bloqueadas por los deslaves. Se preguntaba por qué las autoridades no habían actuado con mayor rapidez para despejar los caminos.

Con la ayuda de otro taxista, Vorantes empujaba su taxi hacia Acapulco. La gasolina y otros productos básicos escaseaban, dijo, debido a los agresivos saqueos tras el huracán.
Vorantes dijo que no había gasolina, ni agua, ni comida, porque todo había sido saqueado.
Algunas personas sacaron el jueves cajas de cerveza y alcohol de una tienda Oxxo a las afueras de Acapulco. Otro grupo de hombres se llevaron una caja fuerte. Algunos incluso se llevaron estanterías vacías.
Más de 7600 oficiales del ejército y la Fuerza Aérea Mexicana fueron desplegados en Guerrero, así como más de 700 miembros de la Guardia Nacional, según las autoridades. También se enviaron equipos de búsqueda y rescate para inspeccionar Acapulco y la región montañosa circundante, propensa a los desprendimientos de tierra.
López Obrador dijo que el gobierno federal también comenzaría a enviar alimentos a la zona por vía aérea.
Pero los esfuerzos para reconstruir las comunidades dañadas de Guerrero podrían enfrentarse a retos más difíciles después de que López Obrador modificara el Fondo de Desastres Naturales de México, un fondo común de dinero federal para ayuda de emergencia. El presidente tomó esta medida hace dos años, mientras impulsaba recortes presupuestarios en todo el gobierno federal.
Por ley, el fondo recibía el 0,4 por ciento del presupuesto federal de México cada año, y si el dinero no se gastaba, pasaba al año siguiente. Ahora el país ya no dispone de un porcentaje regulado del presupuesto federal destinado a la ayuda en caso de catástrofes. En su lugar, el presupuesto se revisa cada año y fluctúa en función de otras prioridades.
Según algunos estudios, el fondo había contribuido a restablecer rápidamente los servicios de salud y a aliviar los cuellos de botella en la entrega de ayuda en caso de catástrofes.
López Obrador se mostró animado al defender su decisión el jueves, cuando calificó el fondo de “caja chica” a disposición de “políticos corruptos”.
El presidente mexicano dijo que había visitado Acapulco el miércoles por la tarde, y que en el camino había encontrado una avalancha de lodo y un río desbordado. Unas fotografías lo mostraron caminando en el lodo mientras visitaba una comunidad, cerca de Acapulco.

“Muchos socavones, se rompió la carretera en varias partes”, dijo López Obrador. “Nos atascamos, tuvimos que caminar a pie. La gente muy solidaria”. Dijo que el daño fue más grave en Acapulco.

Zoé Robledo, director general del Instituto Mexicano del Seguro Social, dijo el miércoles que había desplegado un equipo de emergencia de enfermeros que habían trabajado recientemente en Haití.
“Estamos también preparando ya cuadrillas de personal para los temas de conservación, abasto de medicamentos, fortalecimiento de personal, enfocándonos en los pacientes”, dijo Robledo.
Otis se intensificó rápidamente el martes y en las primeras horas del miércoles, pasando de tormenta tropical con vientos de 105 kilómetros por hora a tormenta de categoría 5 con vientos de 161 kilómetros por hora más rápidos en menos de 24 horas. Tras azotar la costa, la tormenta se disipó al dirigirse tierra adentro por el sur de México.
Los pronosticadores del tiempo y las autoridades mexicanas quedaron sorprendidos por la magnitud de la tormenta. Sus modelos no predijeron que se intensificaría tan bruscamente, creando lo que Eric Blake, meteorólogo del Centro Nacional de Huracanes, llamó un “escenario de pesadilla” en un pronóstico que escribió el martes por la noche.
“No tiene precedentes en el país en los últimos tiempos”, dijo López Obrador el jueves.
El estado de Guerrero también se ha visto asolado por la violencia en los últimos años. Esta misma semana, un grupo armado emboscó y asesinó a más de una decena de agentes del orden, entre ellos un secretario de seguridad local y un jefe de policía en Coyuca de Benítez.
Zolan Kanno-Youngs es corresponsal en la Casa Blanca y cubre una serie de temas nacionales e internacionales en la Casa Blanca de Biden, incluyendo la seguridad nacional y el extremismo. Se incorporó al Times en 2019 como corresponsal de seguridad nacional. Más de Zolan Kanno-Youngs
Emiliano Rodríguez Mega es investigador-reportero del Times radicado en Ciudad de México. Cubre México, Centroamérica y el Caribe. Más de Emiliano Rodríguez Mega
Elda Cantú, editora radicada en Ciudad de México, escribe El Times, el boletín en español. Antes de unirse al Times en 2018 como editora adjunta de The New York Times en Español, vivía en Perú, donde editaba revistas. Es originaria de la ciudad fronteriza de Reynosa, México. @eldacantu

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