Es hora de que el ciudadano recupere la fe en la política.
Por: La Palabra Política.
CDMX, 6 de marzo del 2025.
En el vasto escenario de la política mexicana, la verdadera lucha por el poder se libra en las sombras, lejos de los discursos y los titulares que llegan al público. MORENA, PAN, PRI, MC, PVEM y PT se presentan a la vista del ciudadano como partidos opuestos, pero en el trasfondo, todos están cortados con la misma tijera: el poder. En lo obscuro, tras las cortinas de la arena política, se forjan alianzas, se negocian pactos y se reparten concesiones que benefician a aquellos que ya han asegurado su lugar en el sistema, dejando al ciudadano, a menudo, como mero espectador de un teatro de simulación.

El Juego de las Apariencias.
Cuando salen a la luz pública, los políticos recitan libretos cuidadosamente ensayados, discursos diseñados para enamorar a los votantes y prometer cambios que, en esencia, perpetúan el mismo orden. Sin embargo, en las salas cerradas, los mismos actores se reúnen para pactar intereses partidistas, negociar presupuestos y asignar cargos. El poder que emana del sistema político mexicano es uno solo, y esa concentración de poder es el motor que mantiene la hegemonía de todos los partidos, sin importar sus supuestas diferencias ideológicas.

Pactos, Alianzas y la Ilusión de la Transformación.
La historia de la política en México es una de conveniencias y traiciones. Los partidos se nutren de acuerdos ocultos que les otorgan posiciones en las mesas de negociaciones, financiamiento y recursos para perpetuar sus estructuras. Lo que se muestra al público es un concurso de popularidad: ¿quién enamora a más gente con su retórica? Mientras tanto, en lo interno, se celebra un verdadero espectáculo de poder, donde se mienten, se roban, se dividen y se manipulan para ganar terreno.
Este escenario, lejos de representar una lucha genuina por el bienestar del pueblo, es un teatro perfecto de simulación, en el que el actor principal es el ciudadano, constantemente engañado y manipulado, perdiendo la fe en un sistema que se ha demostrado incapaz de romper con sus prácticas corruptas.
El Sistema de Supervivencia Política.
La política mexicana se ha convertido en un sistema de supervivencia, donde los verdaderos ganadores no son aquellos que cumplen promesas, sino aquellos que saben navegar entre las sombras. Los partidos, más que defender ideales, se convierten en vehículos para el oportunismo, y la lealtad se mide en conveniencias y acuerdos secretos. Este juego de máscaras, donde todos los actores parecen ser cómplices del mismo sistema, deja a la democracia en una posición de vulnerabilidad y desconfianza.
Los ciudadanos, con memoria histórica y un creciente escepticismo, están empezando a despertar de la ilusión que les vendieron. La realidad es que, detrás de cada campaña y cada discurso de cambio, se ocultan pactos y traiciones que han minado la confianza en el sistema político.

Una Llamada a la Renovación.
El panorama político mexicano exige una transformación real, no una simple reestructuración de rostros o discursos. La verdadera revolución debe comenzar en el interior del sistema, donde los pactos y las alianzas se negocien de forma transparente y en beneficio del pueblo, y no para perpetuar el poder de unos pocos. Es hora de que el ciudadano recupere la fe en la política, y eso solo será posible si se erradica el teatro del poder y se construye un sistema basado en la integridad, la transparencia y la verdadera rendición de cuentas.
En este contexto, el desafío es mayúsculo, pero también es una oportunidad para repensar cómo se ejerce el poder en México. La política no puede seguir siendo un juego de supervivencia basado en el engaño y la manipulación; debe convertirse en una herramienta para el bienestar colectivo y el desarrollo real del país. El futuro de la democracia mexicana depende de ello.