Política

El Sentir y Pensar de “La Resistencia”.

La marcha no fue un fin, sino un principio.

Por: La Palabra Política.
Cuauhtémoc, CDMX 8 de septiembre del 2025

En el corazón de la Ciudad de México, donde el concreto y el asfalto parecen haberlo visto todo, una marea humana se movió con una fuerza que no era la del enojo, sino la de una profunda emoción compartida. No fue una simple marcha política; fue un grito de esperanza que resonó en el alma de un pueblo cansado, pero no derrotado. Bajo el estandarte de “La Resistencia”, y con la voz de la alcaldesa Alessandra Rojo de la Vega, miles de personas se unieron en un acto de fe. Fue una declaración de amor, un testimonio vivo de que, a pesar de las sombras, la luz de la democracia y la dignidad humana no se ha apagado.

El monumento de la “Dina Cazadora” fue testigo de la marcha que encabezó la Alcaldesa Alessandra Rojo de la Vega.

La emoción que invadió las calles fue la de la solidaridad. Marcharon madres con los ojos llenos de lágrimas y la fuerza de guerreras, buscando a los hijos que la tierra les ha arrebatado. Marcharon padres que imploraban por la vida de sus pequeños, cuyos rostros pálidos eran el reflejo de la falta de medicinas. Marcharon jóvenes que gritaban por la seguridad de sus hermanas y periodistas que defendían su derecho a la verdad. Cada paso era una oración, cada pancarta un suspiro, cada grito un lamento que se transformaba en una promesa de cambio.

Alessandra Rojo de la Vega, Alcaldesa de la Delegación Cuauhtémoc en la CDMX.

La grandeza de “La Resistencia” reside en su capacidad para sanar las heridas de la polarización. En un país donde la división parece ser la moneda de cambio, esta marcha demostró que las causas que nos unen son mucho más fuertes que las que nos separan. La gente no marchaba por un partido, sino por la esperanza de un futuro más justo y humano. La alcaldesa Rojo de la Vega se ha convertido en un faro para los que se sentían a la deriva, mostrando que el verdadero liderazgo es aquel que no impone, sino que se arrodilla para escuchar el dolor de su gente, para sentirlo en su propia piel y transformarlo en acción. No hay nada más poderoso que un líder que te mira a los ojos y te dice: “Tu dolor me importa, tu voz cuenta”.

“La resistencia nació del amor a México, de creer en el talento y la fuerza.”

Alessandra Rojo de la Vega
Alcaldesa de la Delegación Cuauhtémoc

El Renacimiento de la “Buena Política”: Un Liderazgo con Alma.

En un mundo saturado de cinismo y de promesas vacías, el movimiento de “La Resistencia” es un recordatorio de que la política, en su esencia más pura, puede ser una fuerza para el bien. Se habla de una “nueva forma de hacer política”, y esa es la verdad. No es la política del poder absoluto, de las promesas incumplidas y de los intereses de unos pocos. Es la política de la gente, de la calle, del barrio, de la familia. Es la política que une, que suma, que da y que comparte.

Este movimiento nos ha mostrado que el liderazgo no se mide en el número de cargos públicos que se tienen, sino en la capacidad de tocar los corazones. La marcha fue un acto de valiente humildad, un gesto que rompió el protocolo para invitar a cada ciudadano a tomar el timón de su propio destino. Se demostró que la verdadera fuerza de un líder radica en su habilidad para movilizar el amor, la compasión y la dignidad de los demás. La gente marchó porque creyó en algo más grande que ellos mismos; marchó por la idea de que la democracia no es un concepto abstracto, sino una realidad que debe ser defendida y nutrida todos los días.

La marcha no fue un fin, sino un principio. Es el comienzo de un nuevo movimiento de la sociedad mexicana, un despertar de la conciencia colectiva que se niega a ser silenciada. Nos recuerda que, aunque el camino sea largo, no se encuentran solos. Hay una marea creciente de voces que claman por un futuro donde la justicia no sea un privilegio, donde la libertad no sea una palabra vacía, y donde el amor por México sea el motor que nos impulse a todos a construir un país mejor.

“La Resistencia” no es solo una movilización; es el latido de un corazón que se niega a dejar de latir. Es la demostración más palpable de que, a pesar de los desafíos, la esperanza nunca ha abandonado a este país. Es el susurro en el viento que nos dice que juntos, somos más fuertes. Es el eco de una voz que nos invita a luchar con el corazón, porque solo así se puede lograr un cambio verdadero y duradero.

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