Los ciudadanos exigen líderes que no se vendan a conveniencia, que no traicionen sus principios por un asiento en el poder.
Por: La Palabra Política.
CDMX, 26 de febrero del 2025.
En el sistema político mexicano, el poder a menudo se disfraza de ideología y de causas nobles, pero en realidad se trata de un negocio en el que los actores políticos cambian de partido a conveniencias personales y venden su integridad al mejor postor. Esta realidad, tan antigua como el propio sistema, se hace patente en la trayectoria de figuras como Miguel Ángel Yunes Márquez y Alejandro Murat Hinojosa. Estos personajes han demostrado, una y otra vez, que en la política mexicana la lealtad a los principios se sacrifica en aras de crear nichos de poder y de dinero.

La Traición como Estrategia de Supervivencia.
El poder político en México ha sido, históricamente, un terreno fértil para la traición y el oportunismo. Los actores políticos no buscan servir a la sociedad, sino utilizar los partidos como plataformas para alcanzar y perpetuar el control absoluto. En este contexto, los cambios de partido no son cuestión de convicción, sino de conveniencia. Yunes y Murat son ejemplos palpables de cómo se negocian y se venden valores cuando el fin justifica los medios.
La falacia de que un político puede ser íntegro mientras cambia de lealtades se derrumba al recordar las palabras de Emiliano Zapata: “Perdono al que roba y al que mata, pero al que traiciona”. Este axioma resuena hoy en día, cuando la traición política se vuelve el modus operandi para mantener el poder. Yunes y Murat han apostado por la venta de su integridad, apostando por la inercia de viejos esquemas y por el oportunismo que caracteriza al sistema político mexicano.

Compra de Poder y la Hegemonía del Oportunismo.
Los partidos políticos en México, en su afán de mantener la hegemonía, han comprado a políticos dispuestos a traicionar sus principios. La estrategia es simple: ofrecerles cargos, recursos y ventajas a cambio de su lealtad incondicional, dejando de lado cualquier pretensión de transformación social o de justicia. Este tipo de negociaciones clandestinas han permitido que figuras como Miguel Ángel Yunes Márquez y Alejandro Murat Hinojosa se inserten en posiciones clave, no por su compromiso ideológico, sino por su capacidad de aprovechar los vicios del sistema.
La entrada de estos actores en las filas de MORENA que pretendían romper con el pasado ha sido un golpe para aquellos que, desde sus inicios, soñaron con un cambio real. MORENA, por ejemplo, se ha visto empañada por la infiltración de ex elementos del PRI, PAN, PRD, PT y otros partidos tradicionales. Estos «carroñeros» han utilizado la imagen del cambio para reactivar las viejas redes de corrupción y poder, poniendo en riesgo la credibilidad de un movimiento que se fundó sobre la base de la honestidad y el compromiso con el pueblo.

El Impacto en la Sociedad y el Futuro del Cambio.
La ciudadanía mexicana está cada vez más hastiada de discursos vacíos y promesas incumplidas. Mientras los políticos continúan intercambiando alianzas y vendiéndose a conveniencia, el pueblo sufre las consecuencias de un sistema que favorece a los poderosos y marginar a los verdaderos agentes del cambio. Los ciudadanos, cansados de la inercia y la traición, empiezan a despertar ante la realidad: el sistema político mexicano es un campo de juego para oportunistas que, sin importar las consecuencias, buscan perpetuar su dominio.
Este despertar popular es el reflejo de un hartazgo generalizado que podría desencadenar una revolución social si el sistema no se reforma a fondo. La historia de la política en México está llena de ejemplos de cómo la corrupción y el oportunismo han llevado a la caída de grandes partidos y al surgimiento de nuevas fuerzas que buscan la verdadera transformación.
La Necesidad de una Nueva Ética Política.
El caso de Miguel Ángel Yunes Márquez y Alejandro Murat Hinojosa es emblemático: la política mexicana no se rige por ideologías, sino por intereses económicos y personales. Esta realidad, que ha permitido que los partidos compren el poder a costa de la ética y la integridad, es la principal amenaza para cualquier proyecto de transformación.
Si México quiere avanzar hacia un futuro en el que el cambio sea genuino, es indispensable una revolución en la ética política. Los ciudadanos exigen líderes que no se vendan a conveniencia, que no traicionen sus principios por un asiento en el poder. La lucha contra la corrupción y la traición debe convertirse en un imperativo nacional, y solo así se podrá construir un sistema político que realmente sirva al pueblo.
En este sentido, la frase de Zapata resuena con fuerza: “Perdono al que roba y al que mata, pero al que traiciona”. Es un recordatorio de que la verdadera transformación exige la lealtad inquebrantable a los principios y un compromiso real con el bienestar común. Y mientras los oportunistas sigan gobernando a espaldas del pueblo, la lucha por un México más justo y ético estará lejos de terminar.