El pasaporte VIP se interpreta como un acto simbólico que refuerza la idea de que Estados Unidos se reserva el derecho de intervenir en territorios extranjeros.
Por: La Palabra Política.
CDMX, 27 de febrero del 2025.
En el escenario geopolítico actual, donde el poder se ejercita con tácticas que a menudo trascienden lo meramente legal para adentrarse en el terreno del simbolismo, se ha difundido la polémica afirmación de que el Presidente Donald J. Trump ha obtenido un «pasaporte VIP» que le otorga acceso sin restricciones a México, junto a privilegios militares, de inteligencia y de armamento. Esta narrativa, cargada de polémica, nos invita a analizar cómo la retórica del terrorismo y la amenaza del narcotráfico se utilizan como herramientas para justificar intervenciones y presionar a países vecinos, y qué implica para la política mexicana y la soberanía nacional.

El Pasaporte VIP: Un Símbolo, no una Realidad Literal.
La idea de un «pasaporte VIP» que permite al presidente estadounidense entrar a México acompañado de su ejército, de la CIA, del FBI y de equipos tácticos, es en gran medida un símbolo retórico. No se trata de un documento literal emitido por el Gobierno mexicano, sino de una metáfora que encapsula el clima de confrontación y la intención de ejercer presión mediante la amenaza de intervención. Este recurso discursivo se enmarca en un contexto en el que la administración Trump ha recurrido a la retórica de la “lucha contra el terrorismo” para justificar políticas agresivas, recordando las intervenciones en Afganistán e Irak.

La Estrategia del Terrorismo y la Política del Miedo.
La retórica del terrorismo, aplicada a la problemática del narcotráfico, se ha convertido en una herramienta poderosa en la política exterior estadounidense. El gobierno de Trump ha calificado a los narcotraficantes mexicanos de terroristas, lo que, en el discurso político, abre la puerta a intervenciones armadas y sanciones económicas severas. Esta estrategia no solo busca desviar la atención de las propias debilidades internas de Estados Unidos —como la crisis económica y la polarización social—, sino que también pretende legitimar la utilización del poder militar y de inteligencia contra actores externos.
En este sentido, la «obtención» del pasaporte VIP se interpreta como un acto simbólico que refuerza la idea de que Estados Unidos se reserva el derecho de intervenir en territorio mexicano. Tal narrativa se construye sobre la premisa de que, ante la supuesta amenaza que representa el narcotráfico, el país vecino está condenado a recibir no solo críticas, sino una respuesta contundente y militarizada.

El Impacto en la Política Mexicana y la Soberanía Nacional.
Para México, esta retórica tiene profundas implicaciones. La utilización del término «terrorismo» para describir el narcotráfico y la criminalidad organizada genera un clima de miedo y polarización, que a su vez puede ser aprovechado por actores políticos internos para justificar medidas autoritarias o para consolidar poder mediante la creación de pánico.
La imagen del pasaporte VIP, aunque sea simbólica, refleja una preocupante tendencia: la instrumentalización de la seguridad nacional y la soberanía como moneda de cambio en el juego político internacional. Si bien el Gobierno de Estados Unidos defiende sus políticas bajo el argumento de proteger la seguridad de sus ciudadanos, este enfoque desplaza la discusión de las verdaderas causas del narcotráfico y de la violencia, poniendo el foco en medidas represivas y en la amenaza de una intervención militar.
Para México, la respuesta a este tipo de discursos debe ser firme y decidida. Es imperativo reafirmar la soberanía nacional y denunciar cualquier intento de utilizar la retórica del terrorismo para justificar acciones que comprometan la integridad del país. La capacidad de México para resistir la presión externa dependerá, en gran medida, de la fortaleza de sus instituciones y de la unidad política interna.

La Dicotomía del Poder: Oportunismo y Confrontación.
El análisis del caso también nos lleva a cuestionar la naturaleza del poder en la política internacional. La estrategia de utilizar símbolos y amenazas para consolidar ventajas no es exclusiva de Estados Unidos, sino que forma parte de un juego global de poder, donde la percepción y el miedo son tan importantes como las acciones concretas.
En este contexto, el «pasaporte VIP» se presenta como un recurso discursivo que busca generar incertidumbre y temor, un mensaje que dice: «Si no obedeces, te invadiré». Es una táctica que ha funcionado en otras ocasiones, pero que también pone en evidencia las contradicciones de un sistema que, en lugar de promover el diálogo y la cooperación, se basa en la confrontación y el miedo.

Hacia un Diálogo que Trascienda la Retórica del Miedo.
El supuesto pasaporte VIP de Trump es, en última instancia, una manifestación de la política del miedo que ha caracterizado la gestión del Presidente y que continúa siendo utilizada para justificar medidas extremas. Para México, el desafío consiste en no caer en esa trampa retórica, sino en reafirmar su derecho a la soberanía y a la autodeterminación.
La historia política de ambos países muestra que el poder se construye no solo con la fuerza militar, sino con el diálogo, la transparencia y la unidad. Es momento de que México y Estados Unidos replanteen sus relaciones, alejándose de estrategias que generan confrontación y temor, y buscando un camino basado en el respeto mutuo y la cooperación real.
En un mundo donde el poder a menudo se disfraza de amenaza, la verdadera fortaleza reside en la capacidad de los países para dialogar y resolver sus diferencias sin recurrir al miedo y a la violencia. El desafío es claro: no dejar que la retórica del terrorismo y el oportunismo político definan el futuro de las naciones, sino apostar por un orden basado en la justicia, la cooperación y el respeto a la soberanía de cada Estado.