Tras la salida de López Obrador del partido, el PRD comenzó a perder su rumbo y su identidad.
Por: La Palabra Política.
CDMX, 7 de febrero del 2024.
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) ha experimentado un notorio declive desde la salida de Andrés Manuel López Obrador, quien fue una figura central en su consolidación y éxito en la política mexicana. Inicialmente fortalecido por la presidencia de López Obrador en 1996, el partido se erigió como un bastión de la izquierda en el país, atrayendo líderes prominentes y ganando elecciones significativas en todo el territorio nacional.
López Obrador, reconocido como un líder social destacado, ejerció una influencia crucial en el PRD desde su ingreso. Su liderazgo no solo consolidó las bases del partido, sino que también inspiró a líderes y militantes, otorgándoles la confianza necesaria para triunfar en las contiendas electorales. En aquel entonces, el PRD contaba con figuras políticas de renombre como Porfirio Muñoz Ledo, Amalia García, Leonel Cota y Ricardo Monreal, además del propio López Obrador, lo que lo convertía en un partido de oposición con una marcada presencia en la escena política nacional.
Sin embargo, el PRD actualmente se encuentra relegado al olvido y su presencia se limita a obtener cuotas de poder en algunas regiones del país, con una representación mínima en el ámbito legislativo y sin gobernadores en ningún estado. Esto evidencia un desgaste significativo en su fuerza política y reconocimiento social, al punto de que muchos ciudadanos desconocen incluso quiénes conforman sus filas y qué propuestas defienden.
El liderazgo actual del PRD, encabezado por Jesús Ortega Martínez y Jesús Zambrano, ha sido criticado por no modernizar al partido y por no mantener el legado de izquierda que lo caracterizaba en sus años dorados. La falta de renovación y la concentración de poder en ciertos individuos han contribuido al debilitamiento del partido y a su pérdida de relevancia en el panorama político nacional.
Hoy en día, el PRD se ha visto obligado a formar alianzas con otros partidos, como el PRI y el PAN, con el fin de mantenerse a flote en la política mexicana. Estas alianzas, aunque les proporcionan cierta estabilidad, también reflejan la disminución de la influencia y la independencia del PRD como fuerza política autónoma.
En resumen, el PRD ha pasado de ser un partido de izquierda prominente, con líderes carismáticos y una base sólida de apoyo, a convertirse en una sombra de su antiguo yo. Su historia quedará marcada por el papel fundamental que desempeñó en la ascensión de Andrés Manuel López Obrador al poder, pero su futuro parece incierto, con un papel cada vez más marginal en la política mexicana.