Política

El Comienzo de una Monarquía en el PRI: El Caso de Alejandro Moreno «Alito».

El futuro del PRI, bajo esta nueva monarquía, parece sombrío.

Por: La Palabra Política.

CDMX, 8 de julio del 2024.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI), una vez el titán hegemónico de la política mexicana, se enfrenta a una encrucijada histórica. La reciente perpetuación de Alejandro Moreno «Alito» en el poder, al cambiar los estatutos internos del partido, ha transformado lo que alguna vez fue una organización democrática en una especie de monarquía moderna. Con la extensión de su mandato hasta el año 2032, Moreno se asegura trece años en la silla presidencial del PRI, dirigiendo lo que muchos consideran la muerte anunciada de un partido que se ha convertido en lo que juró no ser: un partido de cúpulas de poder.

Alejandro Morenos será presidente del PRI hasta el 2032.

El Ascenso de Alito y la Monarquía del PRI.

Alejandro Moreno, oriundo de Campeche, ha demostrado ser un político astuto y ambicioso. Su ascenso en el PRI ha sido meteórico, aprovechando las debilidades y fragmentaciones internas del partido para consolidar su poder. Al cambiar los estatutos del PRI, Moreno ha logrado extender su liderazgo más allá de los límites tradicionales, garantizándose una presidencia que, en términos políticos, equivale a una monarquía.

Ex presidentes del Partido Revolucionario Institucional.

La Culpabilidad de la Militancia y la Dirigencia.

La transformación del PRI en una monarquía de facto bajo el liderazgo de Alito no es solo culpa de Moreno. Los militantes, dirigentes y ex presidentes del partido tienen una responsabilidad significativa en este desenlace. La pasividad, la falta de visión y la complicidad de estos actores permitieron que Moreno consolidara su poder sin una oposición interna significativa. Los creadores y guardianes del PRI han permitido que el partido entre en una gobernanza monárquica, alejándose de sus principios fundacionales y traicionando la confianza de su base.

El PRI: De la Democracia Interna a la Monarquía.

El PRI, fundado en 1929, fue concebido como un partido que integrara diversas corrientes políticas en México, promoviendo la estabilidad y la unidad nacional. Durante décadas, el partido mantuvo una estructura democrática interna que permitía la alternancia de poder y la inclusión de diferentes voces. Sin embargo, la perpetuación de Alito Moreno en el liderazgo del PRI representa una desviación drástica de estos principios.

Asamblea nacional del PRI en 1950.

La Decadencia del PRI y la Monarquía de Alito.

La extensión del mandato de Moreno puede ser vista como un intento desesperado de mantener el control en un momento de crisis para el PRI. El partido ha perdido relevancia y apoyo popular, enfrentando derrotas electorales consecutivas y una disminución en su influencia política. La transformación en un partido de cúpulas de poder, con Moreno como monarca, podría ser la última estocada que marque el fin del PRI como una fuerza significativa en la política mexicana.

Consecuencias para el Futuro del PRI.

La consolidación del poder de Alito Moreno tiene implicaciones profundas para el futuro del PRI. La falta de renovación y apertura podría llevar al partido a una mayor irrelevancia y fragmentación. La juventud y los nuevos liderazgos dentro del PRI podrían verse desmotivados y marginados, llevando a una pérdida de talento y vitalidad. Además, la percepción pública de un partido monárquico y antidemocrático podría erosionar aún más su base de apoyo, alejando a votantes que buscan alternativas frescas y democráticas.

La pregunta es ¿qué hará los lideres y militantes del PRI?.

La transformación del PRI bajo el liderazgo de Alejandro Moreno es un caso emblemático de cómo la ambición y la falta de resistencia interna pueden llevar a la decadencia de un partido político. La perpetuación de Moreno en el poder, asegurada a través de cambios estatutarios, marca el inicio de una era monárquica para el PRI, un partido que alguna vez fue sinónimo de democracia interna y pluralidad política en México.

En última instancia, la responsabilidad de esta transformación recae no solo en Moreno, sino en todos aquellos que permitieron su ascenso y consolidación sin cuestionamientos. El futuro del PRI, bajo esta nueva monarquía, parece sombrío, y la posibilidad de una renovación y resurgimiento se aleja cada vez más. El legado de esta era monárquica será una lección sobre los peligros de la centralización del poder y la importancia de la democracia interna en los partidos políticos.

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