Política

Cuatro años de gobierno: Giovani Gutiérrez Aguilar, el hombre que convirtió la palabra en hechos en Coyoacán.

Cuatro años que no se cuentan por discursos ni por aplausos, sino por hechos.

Por: La Palabra Política.
CDMX, 20 de octubre del 2025.

En Coyoacán, ese territorio donde se entrelazan los colores del pasado con los murmullos del presente, un nombre se ha vuelto cotidiano en las conversaciones de las calles, en los parques, en los mercados, en los cafés donde el olor a pan con canela se mezcla con las opiniones políticas: Giovani Gutiérrez Aguilar.

Giovani Gutiérrez Aguilar, Alcalde de la Alcaldía de Coyoacán en la Ciudad de México.

Han pasado ya cuatro años desde que el panista asumió las riendas de una de las alcaldías más emblemáticas de la Ciudad de México. Cuatro años que no se cuentan por discursos ni por aplausos, sino por hechos. Porque si algo ha demostrado Giovani, es que la palabra empeñada no se negocia, se cumple.

El político que trabaja, no que promete.

En tiempos donde la política suele vestirse de promesas huecas, Giovani Gutiérrez ha preferido caminar con botas de trabajo y no con zapatos de tribuna.
En cada colonia de Coyoacán hay rastros visibles de su gestión: calles que ya no se inundan, lámparas que devuelven la luz a las noches inseguras, parques que recuperaron su verdor y avenidas donde los baches dejaron de ser parte del paisaje urbano.

Los vecinos lo saben. Lo ven llegar, lo saludan sin protocolo, lo escuchan sin miedo. Hablan de él no como de un político, sino como de un vecino con poder de decisión, uno que entiende que gobernar no es mandar, sino servir.

El arte de sumar en tiempos de división.

A diferencia de muchos políticos que viven de la confrontación, Giovani ha sabido tejer puentes.
A pesar de ser un alcalde de oposición, su relación con la Jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina, no ha sido de choques, sino de colaboración.
En medio de un país dividido por ideologías, él eligió la ruta menos fácil: la del entendimiento.

Clara Brugada Molina, Jefa de Gobierno de la CDMX y el Alcalde de Coyoacán Giovani Gutiérrez.

Dejó atrás los discursos de revancha, los pleitos mediáticos y las guerras políticas que tanto daño le hacen a la gente. Optó por sumar. Por trabajar junto a quien piensa distinto, siempre que el objetivo sea el mismo: mejorar la vida de los coyoacanenses.
Y esa actitud, rara en los tiempos que corren, lo ha convertido en un referente de madurez política, en un hombre que antepone las soluciones al ruido.

Gobernar con el corazón en la mano.

En su informe de gobierno, no hubo derroche ni euforia vacía. No hizo falta.
Bastaba mirar los rostros de los vecinos: las madres que agradecen los programas de apoyo, los jóvenes que encuentran espacios deportivos dignos, los adultos mayores que sienten que aún cuentan para su gobierno.
Giovani habló con sencillez, con la serenidad de quien sabe que los resultados hablan más fuerte que cualquier discurso.

No es un gobierno de aplausos, es un gobierno de acciones. Y la frases de su Informe de Gobierno quedaron flotando entre los aplausos sinceros, no los organizados.
Porque en Coyoacán, la gente no aplaude por compromiso; aplaude porque ve cambios reales.

El legado que empieza a escribirse.

Cuatro años se dicen fácil, pero se viven con desvelo, con decisiones difíciles, con errores que duelen y aciertos que levantan.
Giovani Gutiérrez ha demostrado temple, dirección, y una convicción que no todos los políticos conservan después del poder: la de escuchar.

No hay en él el aire del caudillo ni el ego del político que se siente indispensable.
Hay, en cambio, una idea simple y poderosa: que la política es la herramienta más noble cuando se usa para servir y no para dividir.

Por eso, hoy su nombre trasciende partidos y banderas. Porque su liderazgo no nace del color de un logotipo, sino del color de los resultados.
Coyoacán no solo cambió en su infraestructura; cambió en ánimo, en confianza, en esperanza.

El hombre detrás del cargo.

Padre de familia, político de convicción, ciudadano de carne y hueso. Giovani Gutiérrez Aguilar no es un político de escritorio, sino de calle.
Camina, escucha, anota, promete… y cumple.
Por eso, cuando los vecinos lo ven, lo saludan con respeto y con algo más valioso: credibilidad.

Y es que en un país donde la política suele cansar, él ha logrado algo poco común: emocionar.
Su gestión no es perfecta —ninguna lo es—, pero ha demostrado que con voluntad, empatía y trabajo diario, se puede gobernar con dignidad.

El rumbo sigue.

Hoy, Coyoacán se levanta con un rumbo claro. No por inercia, sino por dirección.
Giovani Gutiérrez Aguilar ha sabido convertir los compromisos en realidades, los discursos en acciones y las promesas en resultados tangibles.
Su legado comienza a tomar forma: el de un gobernante que entendió que la política no se mide en votos, sino en vidas mejoradas.

Y así, entre árboles podados, parques renovados y calles iluminadas, los coyoacanenses parecen decir lo mismo, en cada esquina, en cada palabra:
“Giovani cumplió.”


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