Esta madurez política lo coloca en una nueva dimensión dentro del tablero capitalino.
Por: La Palabra Política.
Cuajimalpa de Morelos, CDMX 1 de mayo del 2025.
En el firmamento político de la Ciudad de México, donde la estridencia, el cálculo electoral y la confrontación son moneda corriente, hay figuras que sorprenden no por el ruido que generan, sino por los resultados que entregan. Carlos Orvañanos Rea, actual alcalde de Cuajimalpa de Morelos, ha comenzado a tejer una narrativa distinta. Una que no se alimenta del conflicto, sino de la eficiencia. Que no se sostiene en la retórica ideológica, sino en la solución de problemas concretos.

Alcalde de la Delegación Cuajimalpa de Morelos.
Apenas con unos meses al frente de la alcaldía, Orvañanos ha demostrado que se puede gobernar bien, sin escándalos, sin show, pero con contundencia. Su gestión ha roto el molde de lo que se espera de un político de oposición en un gobierno local rodeado de colores distintos al suyo. Porque sí, Cuajimalpa está bajo el liderazgo de un alcalde panista, pero que ha sabido dialogar, construir y ejecutar proyectos con la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, emblema de la izquierda de la Cuarta Transformación.
Lo que en otros tiempos habría sido impensable —ver a un alcalde de la oposición trabajando hombro a hombro con el gobierno central— hoy es una postal cotidiana en Cuajimalpa. Y es que Orvañanos no llegó a administrar una oficina política, sino a gobernar una comunidad. La diferencia es sutil, pero profunda: administrar busca conservar, gobernar implica transformar.

Bajo esta visión, el alcalde ha convertido a Cuajimalpa en ejemplo de administración funcional. Servicios públicos eficientes, infraestructura con sentido social, proyectos palpables y un enfoque claro en mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Su estilo de liderazgo es sobrio, técnico, pero con una sensibilidad política que pocos pueden presumir.
Orvañanos entiende que la política no es un campo de batalla, sino un espacio de acuerdos. Y por eso ha tendido puentes con el Gobierno de la Ciudad para impulsar proyectos conjuntos que beneficien a la demarcación. No hay poses, ni simulaciones: cuando el bienestar ciudadano es la prioridad, los colores partidistas se vuelven secundarios.

Esta madurez política lo coloca en una nueva dimensión dentro del tablero capitalino. Porque mientras muchos aún se pierden en la lógica de la descalificación mutua, el alcalde de Cuajimalpa apuesta por el diálogo y la colaboración interinstitucional como mecanismos reales de transformación. No es una concesión, es una estrategia.
Orvañanos no niega su origen político, pero tampoco se deja encasillar por él. Ha entendido que gobernar bien también es hacer política de alto nivel. Que la legitimidad no se sostiene en discursos, sino en resultados. Y que la ciudadanía, harta de pleitos estériles, premia a quienes resuelven y construyen.

“Somos un Gobierno que escucha, que rinde cuentas y siempre se guíe por la legalidad y por el respeto a la dignidad de cada persona de Cuajimalpa”.
Mtro. Carlos Orvañanos Rea
Alcalde de la Delegación Cuajimalpa de Morelos
Así, Carlos Orvañanos Rea se ha convertido en una figura incómodamente admirable: incómoda para quienes prefieren el conflicto, admirable para quienes creen que otra política —una más sensata, más eficaz, más humana— es posible. Y en Cuajimalpa, hoy esa política no solo es posible. Es una realidad.
¿Será esta fórmula de gobernabilidad inteligente la que marque el futuro político del alcalde? El tiempo lo dirá. Pero si algo ha quedado claro, es que Carlos Orvañanos no solo gobierna una alcaldía. Está construyendo una nueva manera de hacer política desde la ciudad más compleja del país. Y lo está haciendo bien.