Política

Aurelio Nuño Mayer: El último peñista de pie.

En su tono, aún resuenan los ecos de aquella generación que creyó en el “Nuevo PRI”.

Por: La Palabra Política.
CDMX, 9 de julio del 2025.

En el gran tablero de la política mexicana, donde las piezas caen y los rostros se desdibujan con el tiempo, hay quienes —con temple y congruencia— permanecen erguidos, firmes, sin necesidad de escándalos ni estridencias. Aurelio Nuño Mayer es uno de esos perfiles. Académico, político, estratega, exsecretario de Educación Pública y, sobre todo, uno de los hombres más cercanos al expresidente Enrique Peña Nieto, Nuño ha decidido no esconderse en el silencio ni diluirse en la comodidad del anonimato. Hoy, es la última voz visible del peñismo, un testigo de aquella época que, en medio de odios y nostalgias, sigue generando conversación.

Aurelio Nuño Meyer.

A diferencia de otros exfuncionarios del sexenio anterior que optaron por el exilio voluntario o la desaparición mediática, Aurelio Nuño ha tomado el micrófono. Se presenta en entrevistas, escribe, analiza y debate. No desde la trinchera del resentimiento, sino desde la convicción técnica. En tiempos donde el insulto es estrategia y la descalificación se confunde con razón, Nuño opta por el argumento. Y eso, en el México actual, es una rareza.

Nuño Meyer, activo y presente.

Durante su paso por la Secretaría de Educación Pública fue uno de los artífices de la Reforma Educativa del sexenio peñista, aquella que intentó —no sin resistencias brutales— modernizar el sistema educativo mexicano, enfrentando a cúpulas sindicales anquilosadas y poderes fácticos que prefieren la opacidad y el clientelismo. Hoy, desde la esfera pública, Nuño sigue defendiendo aquella visión: un sistema meritocrático, basado en la formación docente, la evaluación y la transparencia.

Lo hace sin gritar, sin insultar, sin dividir. Abre el debate desde el conocimiento, desde la experiencia acumulada en la administración pública. Y eso —querámoslo o no— aporta valor al debate democrático. Cuando critica al gobierno en turno no lo hace con odio, sino con argumentos. Señala con claridad las fallas estructurales del actual modelo educativo, los retrocesos en materia de evaluación, la dilución de los programas formativos y el regreso de prácticas sindicales que creíamos enterradas.

Marx Arriaga Navarro y Aurelio Nuño Meyer, en debate por el sistema educativo de México.

En su reciente entrevista con Ciro Gómez Leyva, Aurelio Nuño no rehuyó temas espinosos. Habló sobre los contratos con el software “Pegasus”, las campañas de desprestigio, el espionaje, los fantasmas del pasado. Con temple y sin evadir. No se deslinda de su historia, la enfrenta, la explica, la contextualiza. Y en tiempos donde todo mundo quiere “borrarse” de los errores del pasado, Nuño asume. Ese gesto, en política, también es valentía.

Ciro Gómez Leyva y Aurelio Nuño Meyer

¿Está construyendo un regreso? No lo dice abiertamente, pero su presencia mediática y su insistencia en abrir debates —no trifulcas— lo colocan, hoy por hoy, como un actor político vigente. En un ecosistema que cada vez premia menos la profundidad, él apuesta por las ideas. En un país donde la política se degrada a “likes” y gritos en redes, él sigue hablando como académico, como estratega, como servidor público.

Aurelio Nuño no forma parte de ningún frente, no se cuelga de ninguna bandera momentánea ni se esconde detrás de eufemismos. Habla claro, defiende su ideología liberal, su visión tecnocrática del Estado, y su convicción de que la educación no debe ser rehén de intereses políticos ni gremiales. En su tono, aún resuenan los ecos de aquella generación que creyó en el “Nuevo PRI”, que apostó por las reformas estructurales y que, más allá de los yerros, trató de modernizar al país desde la institucionalidad.

¿Volverá a la escena electoral? ¿Buscará una candidatura, un liderazgo? Tal vez. Tal vez sí o tal vez no. Pero mientras otros gritan y polarizan, él analiza y propone. Mientras algunos sólo se mueven para vengarse, él camina para construir. Por eso, hoy, Aurelio Nuño Mayer es más que un exfuncionario: es el último peñista de pie… y con la voz encendida.

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