Los próximos tres años serán decisivos, no solo para su gestión como alcaldesa, sino para su carrera política.
Por: La Palabra Política.
Cuauhtémoc, CDMX 2 de octubre del 2024.
La fiesta de la victoria ha quedado atrás para Alessandra Rojo de la Vega, la nueva alcaldesa de la Delegación Cuauhtémoc en la Ciudad de México. Las sonrisas, las lágrimas de emoción, los abrazos de celebración y las ovaciones por haber conquistado una de las alcaldías más emblemáticas de la capital ya forman parte del pasado. Alessandra ha comenzado a escribir un nuevo capítulo en su historia política, uno que no solo implica haber arrebatado Cuauhtémoc de las manos del «Monrealato»—una estructura que durante años parecía imbatible—sino también el enorme reto de gobernar con promesas tangibles, proyectos visibles y resultados rápidos. Porque el triunfo electoral es solo el primer paso. Ahora, lo que está en juego es su legado como alcaldesa.
Alessandra Rojo de la Vega sabe que la ciudadanía que la llevó al poder no tiene tiempo que perder. Los votantes no le otorgaron su confianza para esperar, para dar largas ni para enfrentar retrasos en la mejora de su demarcación. Cuauhtémoc, una de las delegaciones más importantes y diversas de la Ciudad de México, demanda acciones inmediatas, palpables y concretas. Alessandra, al asumir el cargo, empeñó su palabra en cumplir con esas expectativas, prometiendo gobernar con el corazón y con sentido de justicia. Este segundo capítulo en su carrera política no será fácil, pero sin duda es el más decisivo.
Las campañas ya quedaron en el pasado. La lucha por convencer al electorado de su visión y proyectos ha sido ganada. Ahora llega la hora de demostrar por qué fue elegida. Rojo de la Vega ha sido clara en su mensaje: esta nueva etapa se centrará en el trabajo real, en las acciones inmediatas y en la ejecución de proyectos que mejoren de manera sustancial la vida de los habitantes de Cuauhtémoc. Ha dejado claro, tanto en medios de comunicación como en redes sociales, que su gobierno no será de enfrentamientos ni revanchismos políticos. Gobernará para todos, sin distinción de ideologías o colores partidistas.
Este es un punto crucial en su estrategia. Alessandra ha optado por una política de puertas abiertas, una política de equidad e inclusión. Ha dejado de lado las divisiones partidistas que durante mucho tiempo han marcado la historia de la alcaldía. Su objetivo es claro: construir puentes y formar alianzas que beneficien a toda la ciudadanía, sin importar las lealtades políticas de cada quien. Alessandra entiende que los tiempos de la confrontación ya no son viables, que la política del revanchismo solo genera divisiones y, al final, los únicos perjudicados son los ciudadanos que dependen de un gobierno eficiente y capaz.
Su reto es aún mayor considerando el entorno político en el que se encuentra. Con Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México y Clara Brugada como la próxima Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Rojo de la Vega ha dejado claro que está dispuesta a trabajar en conjunto con ambas líderes. Ha dado el primer paso para consolidar una nueva forma de gobernar, buscando acuerdos, estableciendo diálogos y creando una colaboración que, lejos de ser un obstáculo, se convierta en un beneficio para los vecinos de Cuauhtémoc.
La alcaldesa Rojo de la Vega comprende que su éxito no radica únicamente en la ejecución de proyectos dentro de la delegación, sino también en su habilidad para gestionar apoyos y recursos de los gobiernos federal y local, ambos en manos de la Cuarta Transformación. La política de oposición radical no es una opción en este contexto. Alessandra necesita la cooperación de estos niveles de gobierno para llevar a cabo los planes que ha prometido a los ciudadanos. De lo contrario, esa gran victoria que logró en las urnas podría tornarse amarga, no tanto para su carrera política, sino para la calidad de los proyectos que necesita realizar en su administración.
Este es un momento crucial para Alessandra Rojo de la Vega y para Cuauhtémoc. La política no espera, y el tiempo corre. La cuenta regresiva ha comenzado desde su toma de protesta. Su desafío será gobernar con inteligencia, buscando siempre el diálogo y los consensos, entendiendo que, en este nuevo ciclo, los ciudadanos ya no tolerarán las promesas vacías ni los discursos partidistas que dividen en lugar de unir. Alessandra ha tomado el primer paso al tender la mano a la presidenta Sheinbaum y a la Jefa de Gobierno electa Brugada. Ahora, deberá demostrar que su visión de una alcaldía sin ideologías es más que un discurso: es una realidad palpable para los ciudadanos de Cuauhtémoc.
Los próximos tres años serán decisivos, no solo para su gestión como alcaldesa, sino para su carrera política. Si logra navegar estas aguas con éxito, no solo habrá demostrado que puede gobernar una de las delegaciones más complejas de la Ciudad de México, sino que estará consolidando su liderazgo como una política que sabe cuándo es tiempo de gobernar más allá de los colores partidistas.