MORENA, López Obrador, la presidenta y el movimiento entero le deben demasiado.
Por: La Palabra Política.
CDMX, 29 de octubre del 2025.
Ante la tormenta, ante la adversidad, ante las denuncias y los ataques en medios de comunicación, el senador Adán Augusto López Hernández no caerá, no puede caer, no debe caer políticamente. Tiene fuerza, tiene poder, tiene recursos infinitos. Y lo más importante: mantiene vigente su seguro de vida político, y ese se llama Andrés Manuel López Obrador, su amigo, su hermano, su confidente, su brazo ejecutor en el tablero del poder.

Hoy, MORENA, el propio López Obrador y la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo saben perfectamente que gracias al senador tabasqueño mantienen el poder absoluto en el Senado de la República. Las leyes, las reformas y las decisiones estratégicas que se han aprobado a favor del movimiento tienen un nombre y un operador: Adán Augusto López Hernández.
Por eso no puede caer Adán, porque si cae él, caería López Obrador, caería la familia López Beltrán, y con ellos se tambalearía también el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.

Ha sido un año de golpes políticos, de campañas mediáticas sin límites que buscan debilitar su carrera política, profesional e incluso familiar. El Senador se ha convertido en una presa política, en un campo de batalla tanto dentro de MORENA como al interior del gobierno.
Se sabe que Adán Augusto no es del agrado del círculo más cercano de la presidenta, ni de los grupos cupulares del partido, y que gran parte de la información que ha salido a la luz proviene desde dentro, diseñada para debilitarlo y quebrarlo políticamente.

Sin embargo, esa estrategia no ha funcionado. Adán no es un hombre débil, no es un político que flaquea, ni un personaje que haya perdido poder. Al contrario: cada golpe lo fortalece, porque está cubierto con un gran manto de protección, blindado desde Palenque hasta Palacio Nacional.
Es cierto: es juzgado socialmente. Muchos ciudadanos que confiaron en MORENA, que pensaron que el país dejaría atrás las prácticas del pasado neoliberal, hoy sienten un déjà vu con el fenómeno político que representa Adán Augusto López Hernández. Pactos, acuerdos, complicidades y una red de poder absoluto sostienen la estructura que hoy domina el escenario nacional.

Y aun así, ni la propia presidenta Claudia Sheinbaum puede actuar políticamente en su contra, porque sabe perfectamente que si él cae, cae ella también. Esa es la paradoja del poder, y también la astucia política de un jugador que conoce cada movimiento del tablero.
Hoy, no existe fuerza ni institución que logre hacer caer políticamente al senador Adán Augusto López Hernández. No habrá fiscalía, no habrá autoridad, ni se le quitará el fuero, ni el Senado, ni su poder. Porque él es el brazo ejecutor del expresidente López Obrador fuera de la silla presidencial.

Adán es el hombre de confianza, y la ley mexicana no lo persigue ni lo perseguirá. Por eso, los medios de comunicación, las redes sociales y los analistas políticos podrán continuar con sus campañas en su contra. Se cansarán, pero Adán no se mueve.
Porque MORENA, López Obrador, la presidenta y el movimiento entero le deben demasiado. Sin él, la hegemonía que hoy sostiene al poder guinda no existiría. El control total del Senado, la estabilidad del proyecto y la continuidad del poder político de la Cuarta Transformación son, en buena parte, gracias a él.


